Cuando las hojas del añoso almanaque fenecen
en las reminiscencias veladas de la historia oprimida,
en las mentes opacas del pasado aletargado y turbio
y en el recuerdo nublado de una memoria silente,
invoco a estos dos exiliados mayores,
reservados y dolidos
que todos las noches, en una vieja casa de campo,
a la luz de un tembloroso candil buscaban febrilmente,
el sonido de tu voz y el canto atormentado
de la tierra añorada.
Tierra ultrajada, viuda e infecunda
que lloraba a sus muertos
y a sus hijos abandonados al martirio injusto
del degradante exilio,
a la perdida de sus señas de identidad en
unas lejanías sin futuro.
Tu voz, Julián, cada noche despertaba, en los ojos
de estos dos emigrantes, mis abuelos,
la llama ahogada del amor a su país
apresado en unas redes,
tramas sempiternas de la ceguedad y del absolutismo.
Tu voz, Julián, evocaba el sufrimiento del exilio íntimo
de los que tuvieron que huir y de los que padecieron
en su España del alma
la censura,
la tortura,
la paz perdida.
Hoy, estés, donde estés, desde que renunciaste a los tuyos,
el día que tu elegiste para marchar silente a otras tierras,
el 14 de Abril, el día más bello de la primavera,
para reunirte con Adelita, con tus amigos
y tus compañeros de Gurs
ayúdanos a mantener vivo el recuerdo
de este pasado olvidado
para que la sin razón de la indiferencia y de la aberración
no nos conduzca por los senderos de la ignominia.
Julián acuérdate de nosotros, queremos la paz, la justicia,
la felicidad danzando en los ojos de nuestros hijos.
Cuando inicies tu nuevo programa de radio,
ahí donde te acogieron,
habla por favor de la España de la democracia,
que aún no ha encontrado su camino
pero que ya no quiere vagar por senderos equivocados,
atajos de traición y muerte.
Habla Julián de la paz, del perdón, del amor
y del recuerdo.
Harmonie Botella. 14.04.07.