Hora Suprema:
Llegó el invierno… Se coronó la noche.
Las endurecidas cañadas terminaron de tapiarse.
Las sangres, curtidas, se amotinaron.
Los ríos se desbordaron convertidos en cristales asesinos.
El viento no quiso callar y las nubes se abstuvieron de llorar.
Todos los silencios del mundo acudieron al instante
Y escucharon el crujido del alma que tomaba distancia.
El alma salió al camino y buscó otro destino.
Con un rictus que lo dijo todo, cerró los ojos… partió a la eternidad.