Los pies
donde todo comienza
a mi amiga Arandanilla
Veo ascender núbil empeine
Como el monte del Kaukaión
Desde los finos dedos coronados
De nácares y las ajorcas en los tobillos
De tus pies Oh Apolo. Humano al fin
Con las frigias sandalias ceñidas
A las ondulaciones de las suabes plantas
Con que pisas esta grávida tierra.
Oh tú, aéreo,
Alado como el pájaro que sube por tus ebúrneas
Piernas talladas no en el mármol de Fidias
Sino en ébano puro. Oh Dios
De la belleza y la armonía.
Clava tu flecha en mí.
Entrégame en herida el corazón mortal
Que sangra y besa tus pies perfectos
Cual frutos bendecidos por rocíos de un alba
Más clara que el deseo.
Eros pende desde
Auroras primeras sobre tu corazón
De acero. Y se hace duende en tus alados
Pies perfectos como urnas que ocultan
Las simientes de todo.
Acá comienza el todo.
En los arcos que al vértigo trasmiten
Los latidos del corazón que escucha.
Los llamados que invocan. Las grafías de
Las manos que hablan.
Aquí comienza
El beso que se deshace como amapola
Entre tus blancos muslos y se levanta
Luego y cae nuevamente en las azules
Fuentes donde el mirlo parlotea sin pausas.
Nada más bello que los pies más
Etéreos. Y nada más desnudo en cuerpo
Humano, transido de la nostalgia de lo eterno.
Atrio los pies. Asustadas palomas.
Flores de nieve.Mueves los dedos. Cantas.
No hay cintura perfecta sin pies alados.
¿Hay lo sabéis vosotros? Las manos son racimos
Que coronan el reinado donde todo se posa.
Y el cuello aéreo y la sacra cabeza
Con mirtos coronada. Beso tus pies ahora. El duende
Me trasmite las pulsaciones de un daimón
Que duerme y despierta en la danza.
Es éste el ritual.
No hay amores sin danza. No existe Eros sin los pies
Del Dios que danza y los cuerpos
Que renacen de sus propias cenizas
Y acá el conocimiento de todo ser comienza.
En el dedo meñique y su aro de bronce.
Canto a tus aires. Al laúd de tu cuerpo hermoso
Como la renacida aurora.
Tú reinas para siempre
Sobre todo lo umbrío. Triunfa tu luz. Tu cuerpo triunfa.
Y en la magnolia de tu sexo luces la eternidad del mundo.
Oscar Portela Corrientes