Imaginémonos que privatizan nuestra sanidad. ¿De verdad deseamos el modelo de los EE.UU.? ¿Nos complacería vernos en la necesidad de vender nuestra vivienda para que nos pudiese salvar una intervención quirúrgica algo complicada? ¿Nos percatamos de lo que nos supone en la actualidad una simple factura por un par de visitas a un especialista de una clínica particular? Como mínimo, el presupuesto familiar de una quincena. En cuanto a la eficacia (excepción hecha en el caso de atención a un millonario), comoquiera que la privatización está concebida para ganar dinero –cuanto más, mejor–, no podrá ser la misma. Ni el humanismo con que, pese a todo lo censurable, se nos trata hoy en los hospitales tendría el mismo valor. Pero, claro, quienes defendemos el servicio público somos comunistas, bolivarianos afectos a las terribles prácticas de Podemos y “El Coleta” (como si Pablo Iglesias fuese un muñeco en la boca de un perro y la formación política que lidera una secta satánica). En síntesis, esa es la política que practican algunos partidos (ya sabemos cuales) para salvar España de las garras dictatoriales. Profundizar más en este asunto, de momento, no conviene. Complicaríamos la comprensión de un problema bastante complejo. Primero conviene asimilar lo sustancial del engaño con que se pretende encandilarnos.

De la izquierda se podrá decir lo que se quiera; en algunos casos, no pocos, con razón; pero nunca que su tendencia esté dirigida en sentido contrario a la nacionalización de entidades y empresas fundamentales como la sanidad, la energía, las comunicaciones y otras corporaciones. No me atrevo a nombrar la banca porque eso es considerado pecado mortal; pero, ¡oigan!, ya está bien de cachondeo, que los bancos aún nos deben un montón de millones. ¿Otro argumento en defensa de la nacionalización de segmentos fundamentales para la economía familiar? Hay varios, pero voy a escoger un par de ellos. ¿Qué sería de nosotros en estos momentos de haber estado privatizada la sanidad? Pensémoslo, porque no es necesario que nadie nos ayude a comprender algo tan simple. Otra cosa: los ancianos fallecidos por causa de la pandemia. En las residencias, la diferencia de trato entre los acogidos a base de 2000 euros o más al mes en relación con los afincados en casa, es singular. ¿Por qué? Aun en las mismas condiciones de improvisación, falta de medios y otros inconvenientes, en el propio hogar han tenido cuidados múltiples, alimentación adecuada y… amor. En este aspecto, ¿qué Comunidad ha sufrido más bajas? Madrid. ¿Por qué? También lo sabemos. Allí es donde la privatización ha sido y es de superior envergadura.

Por no hacer extensiva la argumentación, que no habría hecho falta desplegarla, solo me falta decir que los de a pie somos, en general, ignorantes, pero no tontos del tafanario.

César Rubio Aracil