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. Poètes àParis . Luminaria

La paz es una de esas únicas palabras que jamás nadie ha logrado amordazar. Cuando algunas veces ha ocurrido, se ha recalcado el encarcelamiento inverosímil de la cual es la simiente. En lo más profundo de las guerras más despiadadas, anida en el hondo del corazón del soldado cuyos harapos y muñones son la mera fuerza, el catalizador de la puesta en marcha. En todas las culturas del mundo y durante todas las etapas de su evolución, ha suscitado y forjado símbolos, cada uno más sugestivo y reconfortante que el otro. Que se trate de la pipa de la paz, de la kola, del turbante blanco en tiempo de guerra, de los ramos, de la mano tendida,... la paz más que la guerra surge del fin de los tiempos como la primera y última búsqueda de la humanidad en movimiento. Y este valor esencial, supremo, los escritores, sean cuales fueren sus orígenes y sus experiencias lo han llevado, esperado, escrito, enaltecido como un monumento. Cada una de las palabras hilvanadas en el algodón de las páginas, cada una de las intuiciones impresas en la esperanza de los libros, cada una de las resonancias de las frases, enuncian esta cosa sencilla, que en francés y en muchos otros idiomas, cabe en una sola silaba desmedidamente valiosa y luminosa. Los poetas, más que los demás, no saben hacer más que “fabricar” con sus palabras, lugares expurgados de cualquier pelea y brillantes de este estado en el cual uno se interroga no por que está mal sino al contrario porque tiene que encontrarse aún mejor. Tierra de poetas, tierra de paz es una maravillosa experiencia, inspirada de la refulgente iniciativa de “Poètes àParis” del cual el Señor Yvan Tetelbom es el abanderado. Este poeta militante que yergue la libertad contre los “déspotas... vivos”, es de los que piensan que la humanidad puede avanzar, que puede intentar una ascensión conjunta, hacia las cúspides del bien. Teníamos meramente que adherir a tal proyecto y aportarle nuestro “suplemento de alma”. Porque la paz, para mi que vengo de Camerún, es más grande que mi país, más grande que el mundo, tiene una medida inconmensurable. Fuera del desmedido sueño que acarrean las palabras, es, desde mi punto de vista, imposible. Para Kofi Attali Annan, premio Nóbel de la paz en el 2001, la verdadera paz es superior a la ausencia de guerra. Veremos que en este libro la paz propuesta por los poetas es babélica, es un encuentro ínter lingüístico: lo que demuestra que aunque sea única, la paz puede decirse de mil maneras, utilizando los corredores de las palabras las más diversas, restituyendo al mundo sus cantos primeros y conducirnos hacia un ideal feliz del cual es el juramento. Este libro es por lo tanto una constelación de manos entrelazadas que forman el corro de los hombres nuevos. Cada uno de los versos que lo compone, cada una de las experiencias y de las convicciones que arrastra, cada una de las páginas que nos da a hojear son el signo y la prueba que el mundo es un lugar donde el hombre debe vivir, incondicionalmente. Que la paz sea pues con el mundo y con los hombres.

Jean Claude Awono.
Presidente del Corro de Poetas de Camerún.
Yaoundé, Camerún. 12 de Agosto de l 2007.

Traducción Harmonie Botella ( El Campello. España)

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