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KIEV, LA CIUDAD DE LAS CUPULAS DORADAS

Valentín Justel Tejedor

España



La ciudad de Kiev, se muestra al viajero como una autentica transición entre lo antiguo y lo contemporáneo, parece como si al mismo tiempo estuvieramos todavía inmersos en el pasado y a la vez en el presente. Por ello, esa combinación de sinergias bien dispuestas convierten a esta capital en un destino sencillamente encantador, destacando por un lado la Kiev bulliciosa y activa con innegables tintes europeos, mientras que por otro lado, aparece la Kiev de arquitectura peculiar, con sus fachadas decimonónicas, y sus bellisimas iglesias y monasterios, que delatan un pasado cargado de historia, convierdola en un lugar donde todavía hay sitio para la nostalgia y el romanticismo.

En esta maravillosa ciudad hay algo que llama poderosamente la atención del viajero: la escala de las cosas, en comparación con la medida universal del hombre.Cualquier construcción muestra un bello y a la vez desproporcionado tamaño, una desmesurada dimensión extremadamente superlativa.Así, desde la majestuosa figura de la Madre Patria (Rodina Mat), que preside la ciudad, que en cierto modo recuerda a la Estatua de la Libertad americana, pasando por el Arco de la Amistad, con su increible y gigantesca curvatura de acero, que reluce como un auténtico haz de luz cuando en las estivales mañanas soleadas recibe la incidencia de los rayos del sol. Igualmente, destaca por su amplitud Maidan Nezalezhnosti (Plaza de la Independencia), la cual, fascina por el paisaje humano que allí se concentra, así como por el maravilloso entorno que la circunda, incluyendo el larguísimo bulevar Kreschatik, arteria indispensable para poder conocer más a fondo la vida de esta ciudad.Cercana a la estación de metro de Soloti Vorota, en la calle Yarolasvic Val se encuentra la espectacular, sorprendente y reconstruida Puerta Dorada, que según dicen esta inspirada en la homónima de Constantinopla, desde las alturas se puede divisar una panoramica de la ciudad y del río Dnieper espectacular.Otra de las grandes atracciones de la ciudad es la Catedral de Santa Sofía, al aproximarse a la plaza del mismo nombre en la que destaca la estatua ecuestre del lider de los Kosacos, ya se vislumbra la inconfundible silueta de esta joya del arte ortodoxo, con sus magníficas cúpulas, encumbradas por bulbosas y esmeraldas bóvedas, que tras una áurea linterna finalizan en elevados remates, que brillan como si fueran de oro.Pero, si hermosa es la Catedral, aún más bello resulta el hierático y estilizado campanario, decorado con una geometria de ornatos sorprendente, y unas tonalidades inmaculadas y celestes, que evocan instintivamente a la divinidad.Así, recorrer las calles de esta ciudad es encontrarse con la sorpresa en cada esquina, en cada recodo, en cada chaflán, pues verdaderas maravillas aguardan al viajero para embelesarle con su fascinante y diferente belleza, no en vano son la herencia genésica de una cultura y de una historia entroncada en diferentes hechos que la europea. En esta ciudad no hay lugar para lo superficial, pues la nota dominante es la monumentalidad, y prueba de ello son construcciones tales como el Monasterio de Mijail, de semajante factura a la de la Catedral de Santa Sofía, aunque éste en bellos matices níveos, azulinos, y áureos.Así tomando el itinerario, que nos conduce a Kontraktova Plosha, en la cuesta de Andriivskiy Uzviz aparece ante nuestras retinas como surgida de un estanque de nenúfares albos y verdinos, la majestuosa Iglesia de Andrés, un templo asociado a las leyendas, de características incomparables con su conjunto de cúpulas en sincera armonia, sus blancos pilares y columnas, y sus acompasados tramos de escalinata, que parecen conducir al mismísimo cielo.

La ciudad de Kiev es un constante devenir de monumentos, que conseguiran que el visitante se muestre atraído por todos ellos, sin excepción, desde el dedicado a los fundadores de la capital, un emotivo grupo escultural, en el que Libyd, recuerda por su posición, a la Victoria de Samotracia sobre la proa de la nave, hasta la famosa columna de la independencia en la rebautizada plaza del mismo nombre, pasando por numerosas esculturas de poetas, arquitectos, y políticos de renombre, que visten las engalanadas calles de esta ciudad, y finalizando en el Monasterio de las Cuevas declarado Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco.

En suma, Kiev se presenta como una ciudad sencillamente diferente, pues pocos lugares hay en el mundo con tantos y tan variados contrastes.Su atractivo reside en combinar a la perfección el encanto de Oriente y de Occidente, otorgándole una fascinante singularidad tan propia que la convierte en incomparable, quizá por la excelsitud de su diversa riqueza arquitectónica, quizá por la privilegiada situación a orillas del río Dnieper, quizá por la ancestral cultura histórica, quizá por el cautivador e inolvidable embrujo de sus cúpulas doradas.

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