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LA VIDA ES UNA PUESTA EN ESCENA IREPETIBLE

Entrevista a la actriz Anitza Platt

Carlos Téllez Espino

Cuba



 

 
Desde niña se dio cuenta de que la realidad no eras suficiente para ella y a la vez que no se podía vivir en el mundo de los sueños. Tenía entonces que encontrar un puente intermedio donde expresarse con un sentido artístico. Comenzó con la literatura, luego fue a las artes plásticas y entonces llegó al teatro, que fue, ante sus ojos, la sublimación de todas las artes y la única manera de encontrarse a si misma. Se llama Anitza Platt, vive en Las Tunas, Cuba, y ha trabajado ya en más de veinte obras teatrales, de todos los géneros.
 
Pienso que el teatro no se estudia, se vive, se hace. No comencé desde una escuela oficial, aunque luego obtuve mi título en la Escuela Nacional. Sin embargo, le debo mucho mi formación a mi madre teatral Dionne Pérez Betancourt y a muchos otros grandes actores que me han aportado de sus vivencias y experiencias, como Gaspar Sánchez Kim, Valerio Bringas Mompié, José Antonio Rodríguez, Adria Santana y al cineasta Alejandro Lora. Uno aprende de la vida y de las cosas más sencillas.
 
Has trabajado ya en más de veinte puestas de casi todos los géneros. A veces, haciendo varios personajes en una misma obra.
Esto es parte de la dinámica del teatro y es normal. Pero es difícil, también mágico y maravilloso. Cualquier obra es difícil si se le toma en serio. Me gustó mucho hacer Bodas de sangre, el personaje de la esposa de Leonardo.
 
Evidencias un gusto por las obras de época.
 Me gustan las obras de época que digan algo importante todavía. Aprecio cualquier estilo o género y soy muy creativa. Me gusta aportar mucho al trabajo en equipo. También es importante un director y, sobre todo, un buen ambiente y equipo de trabajo.
 
¿Cuál ha sido tu puesta más difícil?
 La obra más difícil es siempre la última que estoy haciendo, de la que estoy aprendiendo en ese momento, la que resulta un lugar inexprolado para mí y espero que así sea siempre, pues el actor nunca sabe lo suficiente como para conformarse.
 
En diez años has interpretado mas de veinte personajes, difíciles, complejos, mayormente protagónicos, coprotagónicos o antagónicos. En ocasiones has actuado y dirigido a la misma vez, lo que es bien difícil. Sin embargo, fue tu primer personaje el que más contradicciones te generó…
 Me generó más contradicciones y no solo por el hecho de ser el primero, sino porque era una santera, hija de Ochún, con códigos religiosos que hasta el momento desconocía, por lo que me vi obligada a investigar, explorar y relacionarme a un nivel de energías e instintos, así como con rituales yoruba que descubrí de un modo cultural también, como parte de las raíces del cubano y que creo logré transmitir al público a través de mi interpretación. Pero el personaje más importante, por su influencia emocional, contradicciones y distanciamiento, así como por las vivencias que generó, ha sido el personaje de Elba, del film Los Cuervos, de Alejandro Lora, que hará su premier próximamente.
 
¿Cómo te preparas para enfrentar un personaje?
Depende de muchas cosas, la obra, el género, el estilo, la época y lo que quiera el director. Hay personajes que requieren de mucha introspección, en cambio, otros se expresan mucho más a partir de su cuerpo, de otra vitalidad. Siempre observo mucho la realidad, reviso mis puntos de contacto y mis diferencias con él, consulto, investigo. La construcción del personaje es la parte más interesante del trabajo. Cada personaje es un mundo que debe ser develado al espectador y ese es el trabajo del actor, ser mediador.
 
Sé que prefieres los personajes complejos que impliquen un gran desafío.
Al principio prefería los antagónicos, pues no quería que me encasillaran en la niñita buena, hasta que me di cuenta de que podía encasillarme en la niñita mala. Ahora hago de todo, siempre que me ofrezcan la posibilidad de desarrollarme aún más. Me gusta sobre todo que me propongan personajes muy lejanos a mis características. Creo que todo actor debe aspirar a eso. Es mucho más interesante.
 
 
¿Los personajes que has querido hacer y no has hecho aún?
Siempre he querido hacer de Blanche du Bois, de Un tranvía llamado Deseo. También Lay Macbeth, Desdémona en Otelo… En realidad, es muy difícil decir uno solo.
 
Has dicho que el teatro debe ser conmocionador, liberador, que debe ir a los resortes más sensibles del ser humano y moverlos a favor de su sublimación espiritual.
Creo que el arte en general tienen esa función, sin dejar de ser polémico, inquisidor, revolucionador, controversial, que tenga el justo equilibrio de hacernos pensar y sentir. Es una responsabilidad muy grande ser artista. La gente se fija mucho de los artistas, juzga, salva y también condena. Pero el artista siempre es el máximo responsable de su obra y de lo que le dice al espectador. No siempre lo que se le dice es edificante, en eso juegan un mayor papel los directores escénicos y sus propuestas, pero el actor es la cara, el que representa un punto de vista y una verdad escénica. Debemos mejorar al ser humano y para ello hay muchas maneras, es nuestra trae encontrarlos.
 
Si te dieran la posibilidad de hablar ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, ¿qué dirías?
Diría que el ser humano es la mejor obra de arte, que la vida es una apuesta en escena irrepetible, que nuestro planeta es un escenario donde cabemos todos y donde todos somos protagonistas. Diría que le verdad, la solidaridad y el amor son los mejores personajes que podemos interpretar.

Este artículo tiene © del autor.

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