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La modelo poseída

Antonio Nadal Pería

España



Acudió a la urbanización de su amiga para unirse a una fiesta de verano entre varios vecinos. La encontró junto a la piscina con un grupo de mujeres. Iban todas en traje de baño. La presentó como a su amiga la artista, una buena dibujante y pintora que se dedicaba a dar clases en una escuela y exponer su obra en las galerías de la ciudad. "¿Te quieres bañar?",le preguntó la amiga. "No traigo traje de baño. Venía con otra idea". "¿Con cuál?". "Dibujarte". "Nos tomamos algo y subimos a casa. ¿Qué te apetece?". Pidió una cerveza. Mientras la amiga iba hacia una nevera portátil para cogerle un botellín, la pintora miró en derredor. Había otros grupos de mujeres y de hombres. Los niños correteaban por la urbanización y algunas personas se bañaban en la amplia piscina. Cogió la botella de cerveza y acompañó a su amiga al grupo donde se encontraba su marido. "Ha venido Marta. Subimos un momento a casa y luego bajamos". Se saludaron. Las dos mujeres subieron en ascensor a la casa. En una carpeta amplia llevaba la pintora un cuaderno grande y un estuche con material de dibujo. "¿Dónde nos ponemos?". "Mäs cómodo para ti en la cama". Fueron al dormitorio del matrimonio. ¿"Me cambio de ropa o te sive en traje de baño?". "Desnuda, si no te parece mal", le dijo Marta.
El marido explicó a sus vecinos que Marta tenía un compromiso para exponer dentro de dos meses una serie de dibujos de mujeres de todas las edades y había elegido a su esposa Laura para posar.
Laura se quitó el traje de baño y se acostó en la cama. "¿En qué posición me coloco?". "Brazos levantados por encima de la cabeza y las piernas separadas todo lo que puedas, quiero que se te vea bien el sexo". "Ya sabes que estoy a tu servicio y no me importa posar como prefieras, pero a esta exposición irán algunos vecinos", advirtió Laura. "No te conocerán, al menos por el rostro". Laura obedeció. UNos minutos después sonó el timbe de la puerta. "¡Qué inoportunos, igual son los niños!". "Yo abro, no te muevas", le dijo Marta. Laura estuvo atenta a los sonidos o las palabras pero apenas escuchó nada. Por si acaso se tapó con la colcha de la cama.
Poco después apareció Marta. "¿Quién era?", le preguntó. Marta no contestó. Fue a la ventana y bajó la persiana, dejando la habitación en semipenumbra. "¿Qué haces?", se interesó. "Tengo otra idea. Déjate llevar. Piensa que sólo eres una modelo en estos momentos, al servicio incondicional de la artista, sin vida ni poder de decisión". Buscó en los cajones del armario y extrajo unos pañuelos de seda. Le apartó la sábana que la cubría. Con un pañuelo le cubrió los ojos, con otros dos pañuelos le ciñó las muñecas a la cama. Le dijo que separase las piernas con las rodillas dobladas y que no se moviese. Luego le tocó el sexo para escitarla. La modelo presitió una presencia distinta en la habitación y al poco tiempo un cuerpo que se acostaba sobre ella y un sexo masculino que la penetraba. Guardó silencio y se dejó poseer con ritmo lento, excitada. Oía el lapicero de Marta deslizarse con rapidez maestra sobre el papel rugoso del cuaderno. El hombre que la penetraba no era su marido. Olía a tabaco y cerveza. No tenía estómago prominente y su miembro parecía mucho más grande. Seguramente se trataría de uno de los vecinos que había subido a por más bebida o tabaco. De repente, ese hombre estrujó sus pechos, luego le metió un dedo por el ano, le mordisqueó el cuello y eyaculó con un gruñido. Se levantó enseguida. Unos minutos después, la amiga pintora la liberaba de las ataduras, subía la persiana y le enseñaba los dos dibujos apresurados, en uno se encontraba ella sola, en el otro con el cuerpo de un hombre encima. Recapacitó en qué hombre podía ser, pero no lo identificaba. "No podré mirar a ningún vecino a la cara. Cualquiera de ellos ha podido ser". "Averígualo con prudencia, pregunta a tu marido a quién mandó a tu casa a por una botella de whisky. Tal vez te lo diga él mismo sin que le preguntes. Sólo ha sido un sueño". 
 

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