Las perspectivas seleccionadas, no pretenden hacer una apología de la nostalgia, ni mucho menos ser unas luces de bohemia, sino más bien, tratan de trasladar a la retina del observador, sin superfluos idealismos, la imagen en su propio contexto, actuando el objetivo de la cámara como un mero espejo de la inmediata realidad. En algunos casos, la proyección de las imágenes hacia la mimética y onírica bóveda madrileña, permite al espectador evadirse a través de puntos de fuga, deliberadamente elevados y extrínsecos, facilitando de este modo, una imaginaria vía de escape, a los desafíos cotidianos que comporta toda gran ciudad, tales como la superpoblación, la polución, los ruidos, el tráfago circulatorio, etc. Si bien, la imaginaria cúpula visual, constituye un elemento integrado en esta urbana realidad de realidades.

En otras ocasiones, se ha preferido eliminar o minimizar esos puntos de fuga espaciales, con la clara finalidad de permitir al espectador disfrutar plenamente de la esencia misma del espacio representado.

De este modo, se pretende instalar al observador en la sensitividad emocional, de un Madrid brillante, de un Madrid de pasado y presente glorioso, de un Madrid de espléndido futuro, que sabe combinar a la perfección las antagónicas diferencias entre sus madriles: Retiro, Salamanca, Chamberí, Prosperidad, Usera, Moratalaz, resolviendo con sabiduria la amalgama de peculiaridades, e idiosincrasias que convierten a esta villa en una megalópolis original, única, y extraordinaria, la cual, bascúla entre el sueño vertical de Azca, y la arquitectura horizontal del Madrid preindustrial, antiguo y tradicional.Un Madrid que sabe ser popular, como el teatralmente descrito por Arniches, y a un tiempo cosmopolita, como el periodísticamente definido por Umbral. Un Madrid que combina el donaire, la camándula, y la bravuconería, con el vibrante ingenio.Un Madrid que respira las nuevas tendencias del siglo XXI, a pleno pulmón, pero que no pierde de vista su reciente memoria, un tiempo maravilloso lleno de vivos recuerdos donde aún parecen circular los tranvías de Chamberí; donde hermoseaban los jardines de piedra y acacias; donde resonaban las mecánicas musiquillas de los organillos verbeneros de San Isidro; donde convivían vecindades en añejas y vetustas corralas de Lavapiés o Embajadores; donde todavía rezuman en tabernas y mesones los aromas del universal cocido madrileño y la casquería; donde se bailaban Chotis, en las Vistillas con chulapas ataviadas con mantones de manila…Madrid… Madrid…Madrid.