Nos pasamos prácticamente todo el curso discutiendo sobre Kafka. Yo haciendo nepoanálisis de su triste espesura de pensamiento, y él recriminando mi arrogancia juvenil por juzgar aquello que ni siquiera me había molestado en conocer a fondo.
Era cierto. No conocía la obra de Kafka a fondo. La lectura de una de sus novelas me quitó ese placer, amén de la alegría de vivir durante por lo menos veinte días y veinte noches. Le dije que yo solía leer para olvidar y que Kafka no colaboraba mucho con eso. Me dijo que si me leía sus diarios y era capaz de hacer un análisis ob-je-ti-vo de la obra kafkiana, me subiría la nota de la asignatura unos cuantos puntos. Acepté el reto. Todo esto sucedió en mayo.
En junio pensé: "Me compró el libro y lo voy leyendo en el verano..." . Pero en su lugar me compré un libro de Christopher Moore donde matan a Papá Noel de un palazo en la cabeza y luego un ángel de la guarda lo convierte en zombie.
En julio pensé: "Vale, ahora me lo compro y para agosto hago el trabajo" . Pero en su lugar me compré la 5ª temporada de Padre de Familia en DVD.
En agosto pensé: "¡Venga, Ariel, por dios!. Lo compras AHORA y haces el trabajo en septiembre". Terminé comprando "1001 recetas de wok" y una camiseta de calvin & hobbes.
He ido hoy a comprar los diarios de Kafka. Otra vez. E igual que las veces anteriores, lo he tenido en las manos y lo he ojeado durante al menos... tres minutos.
He salido de allí con un tomo de Mortadelo y Filemón.
No sé qué demonios hago criticando a Kafka, si yo mismo parezco recién parido por uno de sus libros.
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