Cuentos instantáneos.

Curiosidades del amor itinerante.

AUTOR: Carlos Reyes Lima.
Derechos reservados.

INTRODUCCIÓN IN-NECESARIA.

Estos textos reposan en la nueva caja de Pandora que es e-mail: signados por la urgencia de compartir en el anonimato, de no mirar la reacción oculta del interlocutor, y esperar el instante de otra respuesta fugaz, visceral que devele el alma más que al discurso, para luego acumularlos en la memoria virtual de un aparato que a sustituido al lápiz, a la máquina de escribir, y, por qué no, ha prolongado la memoria real a un interlocutor lejano, pero cercano a la intimidad de la pantalla. Esta cotidianidad que se transmite con solo marcar una tecla, con pulsar un botón, nos hace instantáneos en un recurso antiguo que desde que la escritura es escritura se conoce: las cartas, y en particular las cartas de amor.
Llamar a esto ensayo, cuento o novela es encerrar en categorías estudiadles pedazos de vida, que dispersos forman inventarios de existencias, que se asemejan al humo del cigarrillo que se pierde en el viento. Por ello rescatamos las cartas que por momentos son cuentos, simples e-mail, en fin recuerdo de lo andado, pertenecen a la comunicación invisible del autor al lector, en este caso del amante a la amada.
El amor es en todo caso una transferencia de fluidos, de pasiones. Con los ordenadores, ahora, es un intercambio de información, información íntima, que alarga los abrazos, ejecuta besos, escribe amores, y después amarse en la vida real, eso si hay vida real más allá de la mesa, del monitor y del teclado.
En todo caso en el amor el único experimento válido es la pareja. La individualidad es el caldo de cultivo de las personas que se aman. Los únicos seres humanos que pueden ser examinados al dedillo son a los que amamos, ese es nuestro experimento, es nuestro tubo de ensayo.
Estamos siempre a merced del microscopio, no para evaluar nuestros actos, al contrario para ver desde las lentillas el universo, la química de nuestros adentros. Cada cuerpo es un nuevo encuentro, es el comienzo de algo, es la puerta abierta para probar que la existencia tiene una finalidad, o no la tiene, "razón de ser y no ser".
A algunos les da por hacer dinero, a otros por entregarse a Dios, a los demás tener oficios nobles e innobles y a mí por escribir cartas de amor, por hurgar en el pasado y encontrar amores sueltos, descubrir el amor imaginado y el amor deseado.
Cada nueva relación es un experimento que nos conduce a tener una comunión exacta con los Dioses. Es el teléfono que tenemos que tomar para que en códigos secretos nos aproximemos a la única verdad que nos interesa tener: un poco de paz interior.
Algunas abuelas de las mujeres que he amado, me han enseñado más con sus inventarios de recuerdos que las mujeres que han dejado las sábanas arrugadas de tanto amor. Una de ellas, leía a Amado Nervo y a Rubén Darío. Otra amaba la opera; otra a Simón Bolívar, otra fue maestra. Y todas viejitas, amaban la vida desde la edad del recuerdo.
Cada amor se transforma en un tubo de ensayo, en un paraguas para la sobre vivencia, en un personaje de la novela no escrita, en una película no realizada.
Y al final otros cuentos, cuentos instantáneos, como sopa de sobre que consumimos en las noches cuando se hacen insomne los sueños, los fantasmas. Cuando nos movemos sin ruido, con pausas largas de calcetines, para no despertar, ni develar nuestros demonios escondidos.

CARLOS REYES LIMA
cinelocutorio@yahoo.es