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LA TUMBA DE LAS CIEN PUERTAS

FRAGMENTO

Valentín Justel Tejedor

ESPAÑA



 

 

 Después de haber recorrido numerosos tuneles, corredores y galerías subterráneas, al traspasar el umbral de la vigésima antecámara, que daba acceso a un largo pasadizo, que finalizaba en una vertical escalinata de más de dieciseis peldaños, nuestros pasos se hicieron más premiosos, como si nuestra fascinación quisiera deleitarse y dar solaz a cada uno de aquellos breves instantes, a cada uno de aquellos singulares momentos, que componían aquel efímero, intrigante y mágico acontecer.

El profesor de la Escuela Superior de Historia y Arqueología del Antiguo Egipto de Turín, que dirigía la jóven expedición llevaba en su mano un polvoriento cuaderno de antropología, en el que iba recogiendo cualquier curiosidad, que le parecía digna de ser anotada.

Avanzabamos entre pétreas estatuas egipcias, e indescifrables y encriptados jeroglíficos; entre sarcófagos funerarios, y mascaras mortuorias, siguiendo una azarosa orientación, una dirección inconsecuente y casual. Repentinamente, advertimos un extraño y potente hedor, era algo desconocido, que nunca antes habiamos percibido, ciertamente nauseabundo y fétido, pero inidentificable. La repugnante emanación procedía de una de las cámaras situadas en el nivel inferior al que nos encontrabamos.

Era un olor atávico, ancestral, que parecía emerger de los tiempos más remotos de la historia. La arcilla que recubría los paramentos de aquel milenario pasadizo tenía un color ictérico, que jamas habiamos visto antes.

Tras descender por la abrupta escalinata con rampa central, encontramos un amplio y lignario portón, en cuya superficie se había grabado una única inscripción. Inmediatamente, el profesor alumbró con su linterna, y tras una breve reflexión manifestó:

Esta debe ser la puerta de acceso a la tumba del Faraón, pues el epitafio expresa: "PAZ EN TU VIAJE A LA ETERNIDAD". Apenas, finalizó el profesor su locución, de forma inesperada comenzó a precipitarse sobre nuestras cabezas una fina lluvia de arena, que pronto dió paso a la caída de varios bloques de arcilla (…)

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