GOLPE DE GRACIA
poemas de OSCAR PORTELA
I
Paisajes vueltos a recorrer, alcoholes, insomnios,
extravíos, suicidios, desdoblamientos,
monólogos, silencios, letanías,
súplicas, ruegos, plegarias,
blasfemias, credos sobre
huellas donde se ciega la
mirada y se levantan sombras
sobre la lava ardiente del recuerdo.
Recuerdos donde el texto
llama a sombras de deseo,
cenizas, nombres, pétalos,
ciudades donde crece el
árbol de la locura
en el seno más ultrajado
de la razón, pálido circunciso
en el borboteo del agua que
asperja el ánimo de la
aurora donde nadie protege
ni indaga los signos
convertidos en cifras,
parajes, asesinatos - cometidos
en el ocaso de un siglo y en el
nombre del nombre,
y unas escrituras desde
donde puedas hablar
y hablas.
II
Mientras avanzas retrocedes
y no esperas sino el golpe
de gracia de la imagen final
donde buscas el poder de los
nombres, y no la salvación ni
el perdón, sino aquello que
sangra en la conciencia de
la imagen que te convoca al
borde del infinito,
por el que ahora aceptas el
son y el don de la locura
donde yacen
viejos cadáveres que sangran,
armonías ocultas, condenadas,
y tejes la ilusión de la
muerte, el texto no acabado,
abierto, que alumbra la
tempestad de la poesía
despojada de obra, hacia el
soplo inminente
que arroja todo al desamparo
oscuro del insomnio, o la
gracia donde mana el
cielo que espera el seco
golpe, el rostro de la pasión
que ha encontrado su asilo.
III
Tal vez podrías junto a las
voces que te colmaron cuando
quietísimo yacías como serpiente
ante densas visiones, estar todo
ensalmado por la palabra ser,
y luego pálido y enterrado
en noche que huye, azotado por
el color que hábilmente
desposa con la escritura
blanca del misterio, a salvo ya de
ritos y redes
que no te dan
consuelo e imágenes y nombres
que aún esperan despojarte del sueño,
viendo tan solo desfilar
pálidas gramas, nubes, cielos,
vacías estaciones entre tú
y tus ojos inmóviles
ya casi ciegos.
IV
Nosferatus.
Y te absuelvo del círculo
del llanto orlado por las
sombras de luz impura que
niegan las tinieblas,
espejo donde
culmina la voz del infinito
que domina tu anhelo, señor
del laberinto dormido bajo
la oscuridad del mar, donde
pulo las caries del deseo
mortal, la sombra de los
viajes que retoman, claridad
esfumada donde no puedo
despertar hacia el profundo
sueño de la vida. Porque la
fábula domina : ley es la
luz que abraza las tinieblas,
la claridad que nos oculta
sin dispersar los sueños en
el denso bautismo de las
bocas que no pueden vivir y
ahora cantan.
V
Vuelos de imágenes, olas de
mares repetidos, profecías,
remotas márgenes del mar,
nocturnas joyas de luz poseída
por el instante que huye, aliento
del amado pronunciado los nombres,
cantados en los asilos del alba
del amor, desnudo y ebrio del polen
de los cuerpos donde nadie maldice
las copas derramadas de la luz
que ahora en soledad
abre estos cantos, diciéndose a
sí mismo otros nombres y rostros,
otras playas en dehiscencia
absoluta con desnudez de mar.
VI
La soledad que ha prohijado
la palabra a la deriva de la
sombra de un sueño con un
golpe donde se cierra el
círculo del relámpago que
gira en tomo a sí, y en soledad a
la deriva del sueño que
podría de pronto ser el
sueño de la deriva del
corazón del otro,
transposición de luz de la
esperanza que ha expurgado
de sí la soledad amplianda
el eco de la primera gesta
del deseo del sueño del
color : empero volvería a
repetirse la voz de los
mandatos, los ecos de las
en el color
del agua donde ebrio me
echaría a dormir el sueño
del maullido, ..... y aún estoy
conmigo junto a ti Am
los colores de
l
los sueños del otro y hablo
con estos devenires del
clima encandilado en el
fulgor de las lágrimas donde
se cierra el círculo y ya
nada es posible,
salvo los estremecimientos
de la locura enterrada bajo las
huellas del azar,
de los largos crepúsculos y los
abismos, superficies, cumbres
de la imposible soledad,
y el tierno brote del paraíso
donde podré
rezar después la soledad del vértigo y
el azorado mar azul del canto
del ahorcado.
VII
Desde tu corazón nadie me dice adiós,
líneas de fuego abiertas
en las botijas del clima donde
nadie despide, y cada espacio
es ámbito donde mi espera se
libera para el adiós del nombre
bajo un rayo de luna, porque el
poema es muerte, forma vuelta a
parir, orilla de aire y del azar
azul donde nadie te dice adiós
ni te retiene junto a estos ojos,
o al adviento, alguna vez, algún
instante, algún olvido.
VII
Abre los ojos de la memoria a los
desacuerdos de la memoria de la
muerte, imágenes donde arden colores
que sangran , inundaciones del dolor
de la locura y paisajes donde
tiemblan exilios que arden en el otro
donde yacen mis ojos,
definitivamente ciegos al desamparo
de la repetición, enterrados bajo cielos
abiertos y albas condenadas
al martirio del desacuerdo del
lenguaje ¿Estoy ahogándome bajo
fantasmas trémulos ? ¿Soy el auriga
del rosa en los encantamientos del
concepto ? ¿Me perfumo en las
sublevaciones frente a las
provocaciones del Uno ?
¿Rezo todavía
y canto sobre las muertes y los
embrujamientos del crepúsculo, donde
yace la tribu sedienta del todo ?
¿Soy el hechicero del odio de tu
cuerpo donde libero tiernos genocidios,
humillaciones, resurrecciones, infiernos
oprobios, maravillas o sólo espero ya la gracia
del crimen en el texto infinito del
saber, donde suspendo las manifestaciones
repetidas de los desacuerdos y trampas
de la memoria de la muerte ?
IX
Ahora alabemos las alianzas
del corazón con los
relámpagos del abismo y los
templos del habla,
sediciones de superficies
donde ninguna salvación será
posible, oscura sangre,
tumores que la carne
sostiene, sonidos y
vértigos, de lo que nada sube
ni baja , sueños donde expira
la flor marchita de la suerte,
alimentando con agonías
y terrores del ludibrio de lo
mismo a lo que el alma vuelve,
presa del sudoroso verbo del amor,
dolor de la noche de la razón,
soles donde estallan
las conmociones del abismo,
superficies abandonadas,
y caminos, venenos
que han rasgado los velos
de la locura, grafías para
ultimar el orden que
sostiene este mundo, golpe
del azar ahora desnudo, mutilado
hijo de la naturaleza más intensa
nunca demasiado divina en las
superficies de ultrajes
de la carne del clima.
X
Los desacuerdos que manan de los
desacuerdos del sol,
de los paisajes, sus aromas, la palabra
que cultiva los desacuerdos del
desacuerdo buscando algo más que el
acuerdo de los sonidos y las natalidades
más allá del desacuerdo del desacuerdo
para borrar los surcos del
desacuerdo, que podría ser llorado por
los desacuerdos del olvido penetrando
como serpiente en la humedad de la
vejez, y el alarido blanco de los
parajes de la carne alimentando las
armonías del desencuentro.
¡Ah, sienes embebidas en el dolor del corazón !
¡Blanca bebida del que espera la hora
del desacuerdo final, la hoz sobre
los ojos que piden la hora del descanso,
al amparo de ecos del lenguaje
que el alma crea en la esperanza de l a poesía y el dulce acuerdo de su
nombre, los agudos dolores que
romperán la esfera de la repetición
del desacuerdo, y los sonidos del
llanto o las imágenes que tu cuerpo
escondía en las brasas, aguas del pájaro
que canta enterrado bajo los
acuerdos del desacuerdo del acuerdo
final. El negro grito que cortará los
hilos del cautivo de las carnicerías
del desencuentro, serenamente desollado
en los estuarios donde sangran los
cuerpos, las lenguas, las fuerzas no
virginales, no incorruptibles del
desacuerdo del desacuerdo.
XI
Dormido bajó las grandes lluvias
del invierno, hirviendo en los
rojos calderos del verano, masticando
los prohibidos frutos del deseo
en la infinita soledad de quien
no ha invocado la ausencia, el
gusto amargo, la ácida pulpa de
los nombres, velaba
no despierto, no dormido,
en éxtasis de tiempo ensimismado
y en los cantos de tierra jubilosos
las locuras del viento, las visiones
encendidas sobre el fulgor del
vértigo que cae, infante
que no ha despertado al sueño
de la muerte
aún no liberada, transfigurada
por la visión donde se
vierten lágrimas de una noche
que no quiere alejarse, porque
aspiraba a ser en otras noches
el resplandor del vértigo donde se
puede dormir y se puede morir,
cuando el viento mueve dulcemente los álamos,
espectros en la memoria temblorosa
de la fragilidad del desamparo (a veces
sonriendo para que el niño se repita)
surgido de la simiente
y el fragmento de los
espectros que alguna vez
le fueron entregados.
XII
Hoces, sahumerios, crematorios, mares
devueltos en pos de sí, muerte que nos
proteges contra el exilio del cielo
no medido donde renovamos fiebres
abiertas a la ansiedad del
infinito, suave como una mano
que huye tras la línea de amor y
marca la grafía del vacío de Dios
o su presencia en la muerte
que soporta y devuelve
al cielo dones y secretos, presencias
donde grita la sed de la escritura
que despoja de nombres,
signos no visibles, fantasmas
de la repetición, huellas remotas,
mientras se aleja el año por el
cual te sostienes bajo el cielo
que mueve suavemente lágrimas,
vértigos, sopores que hablan
maravillosamente y protegen,
cuando el otoño llega y es
otoño.
XIII
rillas, límites móviles para
adentrarse a la noche del no saber,
orillas para tentar orillas,
abismos, superficies donde abismaron
huellas y se perdieron pasos,
orillas circulares como heridas sobre
la frente, orillas de húmedos párpados,
orillas que se respiran en la
noche más honda, orillas, superficies
de lo que se presiente iluminado
con el fósforo de los huesos
de orillas, sacramentos más
vastos que reflejos donde la luna
enciende las ternuras del oro y
empieza la noche o el alma,
sabe a solas el sentido del límite,
orillas de mares , sombras donde
comienza el cielo naufragado en las
lágrimas de las otras orillas que
reposan absortas frente al límite
cierto de la orilla absoluta.
XIV
¡Nunca se regresa al lugar del cual
se parte ! Oh, reparadores asilos,
imágenes terrenales y derivas, deseos
perseguidos desde siempre, ensayados
todos los modos de la liberación, y los
conjuros que desposeen de certeza,
para mover el canto hacia donde
siempre has triunfado, pero nada
abolirá el movimiento
del azar : adolescencia, infancia, aún
indemnes a las incitaciones del
terror de la locura de la noche más
honda, donde la soledad burla tormentos
de pasión frente a dioses, orillas, asilos,
raudos pasos, búsquedas de lo
absoluto de la tierra, y luego
olvidos mojando las orillas del alma
escarnecida por las vanas esperas.
La exaltación de sombras móviles,
espejismos de otras superficies donde
la salvación podría realizarse y sin embargo
estás aquí, sin abismos ni
cumbres : paisajes limitados, condenadas
orillas, las horas de la sombra
más corta, el mediodía que a la visión
perturba, y se encanta en penuria,
superficies de tierra, mundo,
historia de carne y de deseo,
abismos donde se ahogan sombras
del pensar, límites donde puede
alabarse contra la estéril gesta
de fundación de un mundo
acechado por todas las gacelas
que conducen tu sombra, y escribirás aún,
si es necesario desde el lugar del
alma del texto que te nombra, y
callarás también cuando tu cuerpo ceda
bajo redes sin huéspedes que canten
desde la superficie por el alma
asombrada, aunque en el fondo auscultes
toda la noche, orillas,
hacia el latir más claro de todas las
estrellas.
XV
De soledad entre bronces de lilas
sobrevolando otra vez
lo que fue no será y volverá
una y otra vez en el estertor
del canto que nos manda con
silencios oscuros de vendimias
de soledad y sollozos,
porque no se puede dormir ni
se puede soñar aquí, donde se
alelan los frutos del deseo
entre clarines rosas bajo un azul
que se demora para exaltar a
los ausentes, consentimientos
que largamente esperan el regreso,
tal como florecen en la
soledad que los astros alzan
para ti bajo estos soles
embebidos de belleza impiadosa.
¿Me suicidarás o canto sin memorias ?
El tiempo de tu dolor confundido
entre ocasos donde aún
tiembla la sed, el espectro
solísimo ahogado en luz
de idea, donde esteriliza todo verbo.
Soledad de locura.
Sentimientos que no vendimiará
el verano porque aún
la boca del salmo está vacía,
inútil cielo azul sobre memorias
ecos de siriríes en las
sombras donde estará mi tumba
y al rosa cándido, el doloroso
rosa que espera el Dios