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Manifiesto del Arte HumaNOista (VII) Parte Final

Fernando Vargas Valencia



b. El teatro en el humaNOismo.

El teatro como arte del espacio permitirá que nuestros lenguajes serpenteen entre formas recalcitrantes y el espíritu libertario para que a través del gesto, el movimiento y el ruido, le permita al hombre-mercancía salir de sí y se transforme en hombre, única forma y espíritu de libertad.
En concreto, la búsqueda teatral debe tener un matiz de exigencia conceptual claro, hoy por hoy atendiendo a la necesidad cultural, social y formativa de nuestra especie, sonaría a descalabro el pensar en un teatro que no diga, que no plantee, que llegue a la triste concepción del arte por el arte, que se sumerja en el laberinto de la sensibilidad que solo crispa la piel pero no deja más que emociones momentáneas y superfluas en el espectador.
Obviamente no es un trabajo con visión eminentemente comercial, más bien es un trabajo que pretende llegar a lo comercial por las vías de la argumentación, de la proposición, del sentir general, valiéndose de cualquiera de las formas dramáticas, sea la comedia, la tragedia, el drama, la tragicomedia, la farsa o cualquiera de las manifestaciones posibles en el arte teatral, por tal razón es más complejo y menos “vulgar” en el correcto sentido de la palabra.
El teatro humaNOista es un teatro que busca no solamente sensibilizar al espectador, sino también llevarlo al pensamiento crítico reflexivo, a la liberación real de su sentir como miembro existente de una comunidad, de un colectivo.
Durante estos años de trabajo en escena, hemos logrado consolidar un pensamiento coherente hacía nuestra sociedad y sus vicisitudes, que transporta al individuo enajenado a un espacio más asequible, donde ve reflejada en una forma didáctica su propia cotidianidad y las posibles alternativas de solución, obviamente alternativas que son fruto de un arduo y constante proceso de investigación social y de compromiso con nuestra especie.
Atendiendo también a la diversidad estética de nuestros tiempos, el teatro humaNOista refleja un amplio sentido de búsqueda particular del actor, irradiada al colectivo, una búsqueda que se cimienta en su libertad interna, que permite las visiones estéticas particulares para llegar a acuerdos estéticos de representación, donde sin caer en un eclecticismo palurdo se logra un trabajo social interesante que el espectador percibe al apreciar cualquiera de los montajes.

VII. El arte-ciencia y la nueva sensibilidad. Creación de la sociedad erótica.

La sociedad actual ha consumido al hombre y “consumado” al artista en vericuetos falsos de halagos y aplausos. Se construyen divisiones que siembran sus raíces en la exclusión. Los paraísos a los que puede recurrir la humanidad como sensación de libertad, son todos artificiales o falseados. El artista no puede seguir prestándose a ser un oropel de necios ademanes y de represiones elípticas. Para nosotros, el artista es un visionario que debe unir sus fuerzas con el científico para derrotar las fuerzas opresivas. El artista debe ser un propulsor de una NUEVA SENSIBILIDAD encaminada hacía el EROS COLECTIVO Y TOTAL. Nuestra sociedad, la de occidente, se ha caracterizado por construir lógicas de represión “sobrante” que generan infelicidad y conformismo en los individuos. El thanatos, como sentimiento de muerte y de represión estructural, ha reinado en las relaciones humanas convirtiendo al hombre en un sujeto enajenado cuya vida se reduce a reproducir los sofismas del sistema imperante. Desde el punto de vista de las pulsiones inconscientes, la historia del hombre ha sido la historia de sus represiones. Nuestra civilización restringe no sólo la existencia social sino también la biológica. Dicha restricción se ha asumido como la esencia del mito del progreso. A lo Freud, nuestras realidades se construyen a partir de egos organizados que crean “la razón”, “lo útil”, “el progreso” y todas aquellas edificaciones del sistema. A través del sistema de valores vigente, imperan las señales de una satisfacción retardada de los deseos mínimos, representada en el trabajo y la fatiga, entendidos como enajenación humana, como el orden de la productividad y del mercado donde el “inútil” es desechado y excluido, donde se construyen lógicas de “seguridad” que son desniveles de represión. La sociedad nueva debe consistir en la transformación de dicho sistema de valores decadente e inhumano; debe imperar la satisfacción inmediata de todas las necesidades y de todos los sujetos, debe reinar el placer, el gozo, la receptividad mutua, la ausencia de represión. Para ello debe despertarse el PRINCIPIO DEL PLACER adormilado por el superávit de represión de nuestra sociedad en desplome.
La represión es un fenómeno histórico desde el Padre Original. Nuestra sociedad actual, síntesis de todas las represiones históricas, hace de la Economía la forma de destruir los instintos naturales del hombre y de enajenarlo, convenciéndolo de que el mundo sigue siendo escaso. Por esto, el arte ha de constituir, como primera medida, una forma de regresión que proyecte pasados redescubiertos que proporcionen niveles críticos que nos lleven a paraísos materiales donde la libertad y la necesidad coincidan, donde las aspiraciones libertarias de la humanidad dejen de ser tabúes. ¡Es indispensable que el artista, junto con el científico construya nirvanas que liberen al hombre!
Nuestro deber histórico como seres humanos sensibles es la lucha por una NUEVA SENSIBILIDAD que se transformará en factor político encaminado a transformar la realidad. Esta ruptura del presente representa una proyección al futuro en la que se vislumbra una SOCIEDAD VERDADERAMENTE LIBRE, topoi que todo hombre guarda en su interior, primero como fin político y, segundo, como objeto de su imaginación. En dicha sociedad libre es indispensable, a efectos de nuestro tiempo, la reivindicación del papel en el verdadero progreso humano que tienen los logros científico – técnicos. Hasta hoy, todos los avances de este tipo han servido como medios de explotación y de represión del ser humano entendido como colectividad. Juntos, artesanos, artífices y artistas debemos luchar por dicha transformación que haga de los inventos del hombre algo verdaderamente humano.
En la actual sociedad, los hombres no vivimos nuestras vidas sino que realizamos funciones preestablecidas. Mientras trabajamos no satisfacemos nuestras propias necesidades y facultades, sino que trabajamos enajenados. NO EXISTIMOS COMO INDIVIDUOS: nuestro placer está subyugado al sistema. Somos falsos como esencia. Nuestros cuerpos y mentes son sólo instrumentos del thanatos, del trabajo subordinado. Nuestra autonomía aún es un proyecto, como la nada. Nuestro cuerpo ha sido destruido en su placer para ser herramienta de producción. El deber del artista es sublimar el eros, pervertir el orden. Rebelarse contra las realidades que adormecen la fantasía y el hambre de libertad. Debe asumirse maldito y superarse como vampiro secular: “en un orden represivo, que refuerza la ecuación entre normal, socialmente útil y bueno, las manifestaciones del placer por sí mismo aparecen como flers du mal” .
El quehacer simbólico debe contrarrestar los signos y alegorías que han destruido la libertad y la felicidad. El compromiso es impulsar la “Sociedad Libre” construida a través de la imaginación; impulsar una transformación del tiempo de trabajo y una SUBLIMACIÓN de una nueva racionalidad. Trabajar por la unidad irrompible entre el pensamiento poético (Arte) y el pensamiento científico (Técnica), abrir el sendero a una verdadera inteligencia científica a través de lo ESTÉTICO. Lo estético en sus dos connotaciones: lo percibido por los sentidos (sensibilidad objetiva) y el Arte (sensibilidad subjetiva). En esta representación encontramos una negación total del sistema imperante: Fin de dominaciones y servidumbres.
En suma, el HumaNOismo encuentra en la realidad social el único espacio objetivo para el desarrollo de la misma sociedad. Las transformaciones de la comunidad se logran desde la comunidad misma. De idéntica manera el rescate de la teoría artística como dinamizadora de la transformación humana implica un quehacer social más certero, justo y humanista.
El arte como bastión del HumaNOismo (HumanizArte) es resultado de la praxis investigativa ya que vuelve reales el mensaje y la propuesta abstracta, sembrándolos en la comunidad. Para nosotros, por lo tanto, el arte no es un producto donde el fin exclusivo sea el sentido de lo bello, ni mucho menos algo esencialmente personal y donde el talento determina al artista. El arte es un proceso comunicativo que surge a partir de la necesidad de transformación humana; la creación se hace sinónimo de TRANSFORMACIÓN en el HumanizARTE. El arte, entonces, es la conciencia de la realidad humana recordando su naturaleza creativa donde la obra de arte aunque es el producto, es solo la síntesis del proceso que lo creó; un proceso vivencial y concreto, sensibilizador y humanista que nos lleva a considerar y dimensionar la importancia de la enseñanza y construcción del mismo desde las comunidades. Por ello es perentorio para nosotros la relación permanente y sinérgica con la comunidad como medio legítimo y educativo de la generación de espacios de participación creativa de la comunidad. El producto artístico (la obra de arte) será la materialización de lo innovador, y transformador del proceso de creación utilizado. El contenido de la obra de arte es el proceso total de su creación. Es este proceso entonces y sus características, los que determinarán la forma tangible que comúnmente se asume como arte; es el contacto del arte con la comunidad y su movimiento, es decir, con su práctica y cotidianeidad, el que transforma y por lo tanto cualifica los procesos de creación artística, ya que éste es sensible a su propia socialización y reconstrucción.

Este artículo tiene © del autor.

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