POBRE AMINA

Por qué. ¿Merece una mujer ser lapidada por adulterio? ¿A estas alturas? Su cuerpo, enterrado en posición vertical, excepto la cabeza, será objeto de la ira machista y del escarnio. Sobre su faz y cráneo lloverán las piedras envenenadas con el odio feroz de quienes no pecan ante Alá aunque forniquen con mil mujeres, por el sólo hecho de haber nacido varones. Nacer dotado de falo supone un privilegio "divino", ya que a Dios -al parecer- le cuelga la minga entre las piernas.
En Nigeria, si la presión mundial -y no Alá- no interviene con rapidez y firmeza, Amina, madre del "pecado", será lapidada sin remedio por amar según su conciencia. Como si enamorarse fuese un delito, que lo es para las mujeres en pueblos con estructuras sociales de orientación medieval.
Es en estos casos cuando yo quisiera ver unidas a todas las madres, en esencia y en potencia, del mundo, organizando peregrinaciones a Nigeria (lo mismo que hacen cuando el Santo Padre, protegido en su "papamóvil", visita las naciones burguesas y es aclamado en olor de santidad) para interponerse ante las pedradas de los virulentos hijos del Salvador.
Cuando el almuédano, desde el alminar, convoque a los fieles para la oración, éstos se sentirán satisfechos de haber "ajusticiado" (asesinado) a una mujer inocente. A una persona cuyo delito ha consistido en amar subrepticiamente. ¿Por qué esa muerte tan horrenda como injusta? Porque es más fácil celebrar la festividad comercial de San Valentín que molestarse en salvar una vida humana que ha entregado sus besos, su cuerpo y su soberana voluntad, al hombre amado.
Seguiremos escribiendo madrigales a las niñas bonitas. En la salita de estar, emocionados ante el recuerdo de un beso, con la bomba de calor funcionando y el corazón dando brincos, escribiremos silvas, sonetos, endechas y romances para que la novia, la amante o la amiga acceda a ser la receptora de nuestras viriles acometidas. Mientras, en Nigeria, una mujer inocente pagará con su vida el "tremendo" delito de amar y de entregarle el ... a quien crea que se lo merece, o le guste o le salga del ... regalar su tesoro.
Sigamos escribiendo poesía. Pero sepamos que quienes nos inhibimos ante un crimen "legal", también somos un poco asesinos.

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