A Denis,
por el favor de su amistad.
Hinca tus pies en el barbecho,
tú, sombra sin patria, alma desnuda de bandera.
Abre los brazos, orienta tu mirada al infinito,
y espera a que tus plantas enraícen en la tierra.
Espera. El tiempo es cicatriz de hondas heridas.
No tengas prisa en alcanzar la copa del olivo.
Serás de tu savia divina arborescencia.
No invoques a las ninfas
ni abrigues vanas esperanzas.
No hay nada que esperar;
sólo la muerte, cuando la verde luz de tu ramaje
entregue su antorcha a las tinieblas.
Espera, amigo. Espera a ser rama
que ayude a convertir tu tiempo
en noble carrujo del olivo...
y en bella arborescencia.