La flor que tenÃa sobre la almohada
la que tú siempre te traÃas,
era el mejor adorno a tu angelical mirada
que la profundidad de mi alma sentÃa.
Los dulces besos de la mañana
que con ternura siempre los sentÃa,
era el regalo del amanecer silencioso
y de unos labios que amor me traÃan.
Las suaves caricias de la mañana
que unidos a mis sueños sentÃa,
eran el silencioso caminar de unas manos
que a mis mejillas su amor traÃan.
Las tiernas palabras de la mañana
que tras las montañas de mis sueños oÃa,
acariciaban mis oÃdos internos,
sintiéndolas como una bella poesÃa.
Siempre has sido mi bello amanecer
y no sólo cuando nace el dÃa,
sino desde el dÃa en que te encontré,
hasta la noche más furtiva.
La noche de tu camino silencioso
que me llenó de amor aquel dÃa,
es la fuerza de un corazón generoso
que cambió la esencia de mi vida.