El Paraguay es sin lugar a dudas Cuna de las Revoluciones Populares o Comuneras de América. La historia nos remite como antecedente directo a la rebelión de las ciudades españolas de Toledo, Avila, Madrid y Segovia y nos habla de Padilla y Bravo quienes hicieron frente al Emperador Carlos V en 1521.
Aquel espÃritu emancipista despierta en la América Guaranitica de los años 1600 en una prolongada revolución acaudillada por el fray Bernardino de Cárdenas, que se enfrentó a la CompañÃa de Jesús con su ejército de indios siendo finalmente expulsado de las Misiones en el año 1650. El fray de Cárdenas más tarde dirÃa: "...Ellos levantaron la voz que suele ser la de Dios la del pueblo entero...Vox populi, vox dei..."
Luego de poco más de medio siglo de tensa calma, especÃficamente en el año 1717, la población asuncena se convierte en la primer colonia en reclamar la ilegalidad del mandato de un gobernador. Diego de los Reyes Balmaceda, cuyo nombramiento contrariaba la ley que prohibÃa nombrar gobernadores a los vecinos de los pueblos que habÃan de gobernar, amparado en la anormalidad, actúo arbitrariamente apresando a destacados ciudadanos, urdiendo tramas conspiratorias para respaldar sus abusos. Estos maltratos llegaron a oÃdos de la Audiencia de Charcas, que dispuso la apertura de un proceso. El juez GarcÃa Miranda, ordenó la libertad bajo fianza de los aprehendidos, pero sorprendentemente Reyes Balmaceda no solo no liberó a los detenidos sino que los castigó con apremio, como asà también sin causa alguna, arremetió contra la comunidad de indios payaguaes habitantes pacÃficos de las cercanÃas de la Asunción.
Al tener conocimiento de estos nuevos hechos, el Juez GarcÃa Miranda reconociendo su impotencia en la dirección del proceso, renuncia a la comisión otorgádale. La Audiencia intima a Reyes, ordenándole entregar su: "...dispensa de naturaleza en el término de una hora y de no ser asà será depuesto...". Pero Reyes no claudica, desoye la voz popular e insulta al Cabildo y a la propia Audiencia. Esta última nombra como nuevo Juez a José de Antequera y Castro, nacido en la Ciudad de Panamá, quien habÃa ejercido en España la profesión de Abogado, y enviado al Paraguay con el cargo de fiscal protector de la Audiencia de Charcas.
Después de comprobar las irregularidades cometidas por Reyes, y de acuerdo a las instrucciones de la Audiencia, Antequera y Castro tomó posesión interinamente del cargo de Justicia Mayor de la Provincia, y prosiguió con el proceso iniciado al depuesto gobernador, pero éste huye a Buenos Aires.
Desde su refugio, Reyes consigue el apoyo de la CompañÃa de Jesús quienes interceden ante el Virrey y éste contrariando todas las disposiciones legales y pasando sobre la autoridad de la Audiencia de Charcas, ordena su reposición en el cargo. La Audiencia retiene el despacho para informar previamente al Virrey la veracidad de los hechos, pero éste no entiende de razones y remite un duplicado. Reyes regresa de Buenos Aires y se instala en las Misiones en donde las reducciones lo reconocen como autoridad. La Audiencia le intima se dé por detenido, él contesta refiriendo que la orden del Virrey tiene más fuerza. El Cabildo se reúne. Estalla la Revolución Comunera.
La Asunción se divide en dos bandos opuestos. Por un lado el poder civil y la ley misma, representados por el Cabildo que ya habÃa nombrado gobernador a Antequera, cuya admiración en los senos populares no podÃa ser más alta, y por el otro la autoridad absoluta representada por el Virrey Zavala, quien era apoyado por las Misiones.
El Virrey ordena que Antequera sea sometido a juicio y comisiona al Teniente de Buenos Aires GarcÃa Ros a exigir el cumplimiento de dicha disposición hasta por medio de la fuerza si fuese necesario, para ello lo pone al mando de un contingente de indios de las Misiones. Los pobladores del Paraguay al tener conocimiento de la fuerza armada en camino, resuelven enfrentarla, sin embargo GarcÃa Ros viéndose incapacitado para afrontar dicha lucha con un margen de éxito, resuelve retroceder sobre sus pasos.
La rebeldÃa comunera ya constituÃa un grave problema para el Virrey, y para intentar sofocarla dispone la alineación de un refuerzo de 2000 guaranÃes de las Misiones nuevamente al mando de GarcÃa Ros. Este avanza hasta el rÃo Tebicuary en donde es derrotado en manos del pueblo que habÃa acudido en masas para sostener las armas. El Cabildo de Asunción declara la guerra al gobierno de Buenos Aires.
La revolución sin embargo afronta dos guerras. Una que enfrentaba al nuevo ejército de GarcÃa Ros que ya habÃa organizado 6000 guaranÃes de las Misiones y se acercaba a Asunción, y la otra la guerra de recursos que sufrÃa la enclaustrada población.
Ya impotente el Cabildo capitula ante la autoridad del nuevo Virrey, marques de Cartel Fuertes, quien habÃa enviado a Zavala a intermediar para la pacificación de la provincia, asà también ordena la captura de Antequera, quien huye a Córdoba y finalmente termina engrillado en la cárcel de Lima en 1726, condenado a la decapitación.
En prisión Antequera conoce a Fernando de Mompox a quien derrama el fervor del ideal revolucionario. Este logra huir del cautiverio y se refugia en Chile, luego pasa a la Argentina y después al Paraguay en donde contagiado por el espÃritu de los pobladores se convierte en lÃder e intenta seguir la obra de Antequera. La revolución continúa, el pueblo no acepta la autoridad del nuevo gobernador, Soroeta, a quien se le exige el abandono de la provincia, mientras por inspiración de Mompox se elige una junta gubernativa cuyo presidente recibió el nombre de "Presidente de la Provincia del Paraguay". El elegido es Jose Luis Barreyro, pero éste traiciona a la revolución y arresta a Mompox, lo envÃa a Buenos Aires en donde es procesado por Zabala. Ya condenado a muerte, camino a las rejas de Lima escapa nuevamente y se esconde para siempre en selvas brasileñas.
La traición de Barreyro a la revolución provocó revueltas y levantamientos populares y este no tiene más remedio que huir a Misiones dejando atrás una Asunción en completo caos. Mientras, en Lima un balazo cega la vida de Antequera y Castro, frente a la horca, en medio de todo un pueblo amotinado en protesta del cumplimiento de su condena y en previsión de un posible triunfo de los rebeldes. La intervención armada aplacó duramente a los protestantes.
En el Paraguay reinó la anarquÃa por años, el Virrey sucede una lista de gobernadores interinos quienes son apoyados por los jesuÃtas pero no por la revolución, librándose intensas batallas como la de Guayaibiti donde muere el gobernador AgustÃn de Ruillova. Finalmente los comuneros son contenidos en la batalla de Tobatà en enero de 1735 por Zabala con un ejército compuesto por los mejores soldados del Plata y 8000 guaranÃes de las Misiones.
El movimiento, más bien el Paraguay mismo, sufrió severas sanciones prohibiéndose las reuniones entre sus pobladores y sus lÃderes fueron asesinados y descuartizados, otros fueron desterrados o solo "desaparecidos". Más los principios comuneros se habÃan forjado y continuaron latentes, en silencio, en la mente de todo el pueblo. "...El Rey y sus representantes no pueden obrar arbitrariamente, fuera del derecho natural. El poder debe ser delegado por el pueblo y todo mandatario es responsable ante él...". Estos ideales hacen estallar revoluciones en Corrientes y en Nueva Granada pero también son sostenidas.
Quizás sea por este nacimiento temprano de proclamas comunes, que el Paraguay no haya necesitado de fuerzas aliadas para la gesta de su independencia como otros pueblos hermanos del continente. Es asà que los lÃderes de la libertad de este paÃs eran Paraguayos de pura cepa.
En el centro mismo de Asunción, en la esquina de las ahora calles 14 de Mayo y Presidente Franco aún se encuentra en pie la casa de don Juan Francisco Recalde que daba albergue en los primeros meses de 1811 a las reuniones secretas de los revolucionarios. Las visitas fueron incrementándose en el domicilio de Recalde, entre las más recurrentes se encontraban las del Capitán Mauricio José Troche, el clérigo Juan AgustÃn Molas y el fraile Fernando Caballero. Sin embargo éstos eran conscientes de la necesidad de un director idóneo para la magnitud del emprendimiento, una persona con la sagacidad e ilustración suficientes para la ejecución del plan esbozado, evitando desgracias de sangre u otras consecuencias funestas para el pueblo. El fray Fernando Caballero pide ayuda a su sobrino el Dr. Jose Gaspar Rodriguez de Francia.
Francia nació en Asunción el 6 de enero de 1766, egresado de la Universidad de Córdoba se consagró en su profesión, la de abogado, y en esos dÃas se habÃa retirado a vivir en su quinta de Trinidad, en las afueras de Asunción.
Empezaron los trabajos subersivos que se extendieron desde Asunción hacia el interior en Concepción, Yaguarón e Itapúa. Los preparativos llegan a oÃdos de Velasco, actual gobernador. En mayo éste recibe a Jose de Abreu enviado del general Souza quien le informa que disponer de 1500 soldados portugueses prestos para su auxilio. Velasco nombra al portugues Souza Gobernador de la Misiones. Las acciones se precipitan.
En la noche del 14 de mayo, repican las campanas en la Catedral de Asunción, la señal convenida. El Capitán Pedro Juan Caballero con un pequeño ejercito de patriotas se apodera, sin resistecia alguna del Cuartel General, sus armas y municiones. Caballero rapidamente es seguido en pocas horas por una multitud popular que se le demuestra su adhesión. El Tte. Cnel. Fulgencio Yegros hace la replica en Itapúa, la victoria es asegurada.
Francia se acerca al Cuartel General y elabora con los demás patriotas las intimaciones a Velazco. La primera: "...En atención a que la provincia está cierta de que, habiéndo defendido a costa de su sangre, de sus vidas y de sus haberes del enemigo que lo atacó (refiriendose a las acciones de Paraguarà y Tacuary contra el ejercito de Belgrano cuya reseña requerirÃa la elaboración de un artÃculo completo) ahora se va a entregar a una potencia extranjera (el nombramiento del portugues Souza como Gobernador de las Misiones) que no la defendió con el más pequeño auxiliar, que es la potencia portuguesa: Este Cuartel de acuedo con los Oficiales Patricios y demás soldados, no puede menos que defenderla con el mayor esfuerzo y para el efecto, pide lo siguiente: Que se entregue llanamente a este Cuartel la plaza y todo el armamento, asà de dentro como fuera de la Ciudad, en cualesquiera manos se hallen, y que, para el efecto lo pida el Señor Gobernador y lo congregue en su casa para con su aviso mandar por ello este Cuartel, el Diputado que corresopnda. Que el Señor Gobernador, siga con su Gobierno, pero asociado con dos Diputados de eset Cuartel, que serán nombrados por ellos a su satisfacción, mientras lleguen los demás oficiales de Plana Mayor de esta Plaza, cuya vez hace ahora este Cuartel, que entonces se tratatá y se establecerá la forma y modo de Gobierno que convenga a la seguridad de esta Provincia. Que igualmente mientras tanto se cierra la casa de Gobierno y se entregue la llave a los Diputados socios de Señor Gobernador; y que, igualmente, entre tanto se retiren del lado de él don Benito Velazco y don Jose Elizalde, entregando el primero la llave de la SecretarÃa, y el segundo las de la TesorerÃa a los dos mismos socios del Señor Gobernador. Que ningún barco se mueva de ninguno de los puertos de esta provincia mientras no lleguen a esta los Oficiales de la Provincia y se establezca lo conveniente. Que igualmente, se retire el Señor Gobernador don Jose Teodoro Cruz Fernandez y todos los del Cabildo secular con la prevención a todos ellos y a los demás que se han de separar de su SecretarÃa, que no salgan de esta Ciudad los portugueses, que ahora poco han entrado eb esta con diputación clandestina. Y que, mientras tanto siga la Ciudad sin embargo sus oficios, comercio y agricultura sin estrépito ni alboroto, y que, tampoco se embarase al Cuartel la comunicación libre con la Ciudad y con la Provincia ni se intercepten sus chasques...CUARTEL GENERAL, Mayo 15 de 1811...Por mà y mis subalternos...PEDRO JUAN CABALLERO...Al Señor Gobernador Intendente don Bernardo de Velasco..."
Velasco responde: "...Con vista del oficio con que con esta fecha me ha dirigido Vuestra Merced en su nombre, y de sus subalternos, y en consideración a las miras que Vuedstra Merded se propone de funesta consecuencia no puede menos de acceder a sus proposiciones, como el más interesado en la tranquilidad de este vecindario, y de toda la Provincia a pesar de que espero que ese Cuartel tendrá ocasión de desengañarse que jamás cupo en mi imaginación entregar esta Provincia a dominio extranjero, como se acreditará con todos los documentos de la Materia. El alcalde de 1er. Vocal me ha entregado las lleves de las cajas Capitulares y las que serán entregadas a los diputados...Dios guarde a Vuestra Merced muchos años...Asunción, 15 de Mayo de 1811...BERNARDO DE VELESCO...Al Señor Don Pedro Juan Caballero..."
El Cuartel intima de nuevo: "...Hemos recibido el Oficio de Vuestra SeñorÃa del dÃa, en que accede a nuestras proposiciones como el más interesado en la tranquilidad de este Vecindario, asignándonos desengañar con Documentos de la materia, la entrega de esta Provincia a Dominio Extranjero. La promesa es buena, y hubiera sido mejor si con la contestación de Vuestra SeñorÃa viniesen originales de los Documentos, pero como ellos no han aparecido para el colmo de nuestro júbilo, no se ha designado hora en que exhibirlos, nos ha dejado en el mismo consuelo por la demora, que el que nos asiste en orden a la retardada Entrega del Armamento confiado al Cuerpo de Miñones; dejándonos margen para discutir que bajo de la delación se propende a alguna desesperada Disposición,que ya no será posible si inesperadamente, asà la experimentamos. En cuanto a la llave de la Casa Consistorial, y su entrega a los Diputados contestamos que a la hora deseamos ser Depositarios de ella, sin permitir pasar más tiempo ni demora su existencia en manos del Presidente ni de Vuestra SeñorÃa por convenir asà a nuestra satisfacción y no por género de desconfianza...Dios Guarde a Vuestra Excelencia muchos años...CUARTEL GENERAL, Mayo 15 de 1811...PEDRO JUAN CABALLERO...Señor Gobernador Intendente Don Bernardo de Velasco...".
Siguen las intimaciones: "...Ha retardado Vuestra SeñorÃa la contestación a nuestra última proposición y es necesario que nos entregue al momento el Armamento confiado al Cuerpo de Miñones, y haber accedido a los demás propuestos puntos antes que la Dilación nos impulse a otra determinación sensibla a nosostros mismos alterando nuestra humilde y honesta solicitud...Dios Guarde a Vuestra SeñorÃa muchos años. Por mà y mis Oficiales: PEDRO JUAN CABALLERO.
Otra más: "...No es menos el caso clamar por toda la Polbera, balas, municiones y Plomo que haya en esta Ciudad, y su Distrito, tanto en los Buques Armado de Guerra, cuanto en casas particulares por Distribución en cartuchos, sin excluÃr especia alguna de esta naturaleza ni porque exista en el Dominio de Mercaderes, pues conviene que toa munición propia y perteneciente al Cuartel General como son tanbién de otra clase los Pedreros montados en dichos Buques y dos caños volantes que Vuestra SeñorÃa en el Patio en su casa, vengan a custodiarse en dicho Cuartel.Y no queden en el Dominio de dichos Mercaderes por tÃtulos de propiedad las demás especies sin vender previamente al Cuartel, que considera caudal efectivo para haberlo de contado en las arcas del Ramo de Guerra, o de Ramo Hacienda, ordenado por punto de Bando que inmediatamente, entreguen sus precarios poseedores y vendan los propietarios dueños.Asà esperamos de la puntualidad de Vuestra SeñorÃa...Dios Guarde a Vuestra SeñorÃa muchos años...Por mà y mis Oficiales...PEDRO JUAN CABALLERO...Señor Gobernador Intendente Don Bernardo de Velasco...".
Respuesta de Velasco: "...En oficio que recibà ayer tarde de ese Cuartel se echa de menos que no hubiese remitido con mi anterior contestación los documentos, que en ella cito,los que tengo entregados al Escribano, a fin de que queda en esta SecretarÃa Copia testimoniada, y para los originales para que enterado de ellos Vos y sus subalternos, puedan formar el concepto que merezca su contenido...Non ha habido el menor retardo en la respuesta a ese Cuartel de las Armas que en virtud del Bando se me han presentado, y es equivocación creer que los Miñones todos estaban armados, constándome que la mayor parte se retiraron con licencia mÃa de la Capilla de ParaguarÃ, depositando allà sus armas, antes de ponerse en marcha, y si es caso que alguno no da cumplimiento de dicho Banco, sufrirá el castigo a que por esta falta se ha hecho acreedor. Las llaves que en dicha mi contestación manifesté habele entregado el Asistente de terver Vocal, y las que despúes resolvà que la TesorerÃa las tenÃa reservadas para entregar luego que se presentase alguno de los socios, y como Vos me diga que desean der Depositarios de ellas, las manifesté que pasarÃa primero a informar de Vosotros y no habiendo habido hasta ahora resulta alguna, espero que envie Vos un oficial que se reciba de ellos...Dios Guarde a Vosotros muchos años...Asunción, 16 de Mayo de 1811...BERNARDO DE VELASCO...Señor Don PEDRO JUAN CABALLERO...".
Otra nota de Caballero: "...Consiguientemente al oficio de Vuestra SeñorÃa del dÃa de ayer, ha nombrado este Cuartel por Diputados al Dr. Gaspar Jose de Francia y al Cap. Don Juan Valeriano de Zevallos a fin de que en consorcio de ellos se dé expediente a las Providencias gubernativas que exigen las circunstancias; en la Inteligencia de que este régimen deberá ser puramente interino hasta tanto que se ese Cuartel en Unión con los demás, Vecinos de la Provincia arregle la forma de Gobierno...Dios Guarde a Vuestra SeñorÃa muchos años...Cuartel General, Mayo 16 de 1811...PEDRO JUAN CABALLERO...Señor Gobernador Intendente Don Benardo de Velasco..."
Respuesta: "...Por oficio que acabo de recibir quedo enterado haber nombrado ese Cuartel al Dr. Don Gaspar Jose de Francia y al Capitán Don Juan Valeriano Zevallos, por Diputados, a fin de que en su consorcio pueda darse expediente de las providencias de Gobierno, interÃn se arregla la forma del que debe seguirse con la concurrencia de los que deban intervenir en este importante punto...Dios guarde a Vuestra merced muchos años...Asunción, 16 de Mayo de 1811...BERNARDO DE VELASCO...Señor Don Pedro Juan Caballero..."
Aguel dÃa, 16 de Mayo de 1811 los diputados adjuntos Dr. Jose Gaspar Rodriguez de Francia y Capitán Juan Valeriano de Zevallos, prestaron el juramento de rigor según el acta siguiente: "...En la Ciudad de la Asunción del Paraguay, Mayo Diez y Seis de Mil Ochocientos Once Años, habiendo nombrado este Cuartel por Diputados Adjuntos de Gobierno al Doctor Don Gaspar José Francia y al Capitán Don Juan de Zevallos para providenciar interinamente hasta tanto se arregle la forma de Gobierno que sea más conveniente en virtud de lo convenido con el señor Gobernador Intendente comparecieron los sobredichos adjuntos y enterados que lo aceptaban y juraron por Dios y una Cruz obligándose a usar de ese oficio fiel y legalmente atendiendo a la Tranquilidad y Felicidad de la Provincia, en fe de lo cual firmaron conmigo y los Oficiales principales de este Cuartel de que certificamos: FIRMAN: PEDRO JUAN CABALLERO, JOSE GASPAR DE FRANCIA, JUAN BAUTISTA RIVAROLA, VICENTE IGNACIO ITURBE, JUAN BAUTISTA ACOSTA , JUAN MANUEL ITURBE, JUAN VALERIANO DE ZEBALLOS, CARLOS ARGUELLO...".
Asà Antequera y Castro desarrolló los principios del fray de Cárdenas, Mompox los siguió pero fueron los patriotas de Mayo de 1811 los que tuvieron los medios para llevarlos a la práctica.
Desde esa fecha y por más de medio siglo, algunos piensan que hasta hoy, el Paraguay luchó por la aceptación del importante hecho de su Independencia por parte de sus vecinos, en una lucha con y sin cuartel, contra guerras fraticidas de alianzas macabras, contra embargos que impiden su desenvolvimiento, contra invasiones pasivas de las fronteras, contra la misma tiranÃa.
Hoy a casi dos centurias de aquella proclama, los paraguayos visten en el pecho las diminutas escarapelas del blanco, rojo y azul de su bandera, quizás no por la simple inercia de la festividad patria sino como reflejo del alma viva del ideal comunero.