Aunque nació pegada al suelo, siempre añoró las nubes. Asomando su cabeza fuera del agujero que era su hogar, admiraba el vuelo de las aves. “Has nacido serpiente, tu sino es arrastrarte, enroscar, apretar y soltar”, le decÃan sus mayores y ella intentaba acostumbrarse a la idea, sin lograrlo. Un dÃa tuvo una revelación: no volaba porque no lo habÃa intentado. A veces basta con creer en los milagros para presenciar su realización. Le tomó dÃas, quizás meses, quién (...)