Caminaban de un lado a otro... sin verme, a excepción de algunos que se inclinaban para recoger algo del piso. Otros incluso me pisaron, maldiciendo el que me encontrara en medio de su camino. De repente, uno de ellos me miró fijo a los ojos y me cogió entre sus manos. Se fijó en algunos detalles de mi cuerpo, sonrió y me guardó en su maleta. Luego de un rato, volvió a abrir la valija, me sacó con mucho apuro mientras me mostraba emocionado a otras personas diciendo: “Su (...)