Un grupo de estibadores de azúcar carga sobre los hombros, como si fuera un niño, a un hombre. El Guajiro viene al frente de los estibadores. Caminan rumbo a la lÃnea del ferrocarril. El Guajiro Bolongo sujeta al hombre que no deja de sonreÃr. -No me dejen caer que me pueden dar un golpe. -No se preocupe que no le pasará nada -asegura uno de los estibadores. José Cañete Fonseca camina, como es de su costumbre por las calles de Santa Cruz. Se fija que el hombre que llevan cargado es (...)