Son las 5 de la tarde del lunes 8 de noviembre del año 2004. Está nublado pero hace calor. Ruy Jiménez Gil-Fortoul y yo llamamos a la puerta. Enseguida, Gladys MarÃa Pratz y Godfrey Vizcarra, su esposo, nos reciben amablemente en su sempiterna casa de Miraflores. Nos habÃan estado esperando a la hora acordada.
Al ingresar, lo primero que nos llama la atención es un bello mosaico de mármol y unos hermosÃsimos óleos. Luego descubrimos que han sido pintados por Godfrey. (...)