Los aplausos han perdido todo su sentido y significado. Aplaudir es señal de entusiasmo y aprobación. Por culpa de la televisión, en que se aplaude por todo a las órdenes de un empleado, se aplaude menos a quienes lo merecen que a cualquiera que aparece en un programa de debate o un concurso. Da igual que el aplaudido diga una tontería, una sandez, una obviedad, una simpleza, acierte o se equivoque. La cosa es que hay que aplaudir porque lo indica un colaborador del programa en cuestión, (...)