Cuando miro el horizonte al indócil mar admiro, aseguro que respiro el insito olor a monte, mientras el sol, cual sinsonte duerme en capa cristalina, es el viento quien domina lo tranquilo del poniente, donde cada ser viviente ante la tierra se inclina. Asà la costa se ofrece ante la muerte del dÃa, observa como el espÃa constante del que perece y el cielo ve, se estremece, por el deterioro cierto que ni soñando despierto se le darÃa tal corte a nuestro sistema norte para igualarlo (...)