Su aspecto era el de una fruta sazón, la piel tenia el perfume feroz de lo nuevo, al igual que sus dientes pequeños, afilados, dispuestos siempre como en un anuncio de pasta dental. Era una niña o lo que se entiende por niña al final del 2000, tenÃa 16 años. Debajo de aquella apariencia casi salvaje e inofensiva de las flores de montaña, algo secreto tenÃa que sólo Doña Providencia supo de mirarla dÃa a dÃa. Cuando abandonando la niñez se adentró en la pubertad, ella (...)