“...Los oteros, y alcores, se sucedÃan a medida que avanzábamos por aquel desconocido y vasto territorio, entre campos sembrados de cereal, y ondulados, y misteriosos páramos, en la lontananza se comenzaban a vislumbrar los primeros signos de civilización urbana; paulatinamente el ámbito rural desaparecÃa siendo ocupado su espacio por mastodónticas y clonadas edificaciones, destacando en todas ellas su caracterÃstico color agrisado, sus equidistantes y simétricas ventanas, (...)