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A propósito del artículo/texto:
Perú

¿EL PODER CORROMPE?

El Sábado 12 noviembre 2005 por Carlos Garrido Chalén

Siempre hemos escuchado decir, por boca de conocidos filósofos y sociólogos, casi como un dogma irreductible, que el poder corrompe. Y no solamente eso, sino que, además, la afición por el poder, es la peor enfermedad que padece el ser humano en el mundo entero, por que todos los sistemas educativos, religiones, culturas y sociedades la fomentan. Pero, creo que aunque pueda verse como tal, y la misma palabra esté tan contaminada, y haya millones de personas empeñadas en conseguir ese (...)


En contestación al mensaje:

¿EL PODER CORROMPE?

El Sábado 18 agosto 2007

No sé si Ud. conoce la doctrina bíblica de la depravación total del ser humano, pero me ha emocionado ver cuan cerca está de este aspecto de la verdad bíblica.
"Por el término depravación se da a entender aquel estado o condición de la naturaleza moral del hombre, que no solamente hace posible que el hombre peque debido a su poder de escoger sino que hace seguro que él peque debido a su debilidad moral y a su tendencia inherente hacia lo malo. Esta depravación de la naturaleza del hombre es inherente y universal. Estas dos ideas -la idea de que la depravación es inherente y la idea de que es universal- parecen ser inseparables. Por cierto, que si el pecado es inherente, es también universal. Al decir que el pecado o la depravación es inherente, no se quiere decir con eso que el pecado sea un elemento constituyente de la naturaleza humana, o que el pecado y la naturaleza humana sean inseparables. En su creación, la naturaleza humana no fue pecaminosa o depravada. Además, si el pecado fuera un elemento constituyente en la naturaleza humana, el hombre no podría ser salvo del pecado. Pero al decir que la depravación es inherente a la naturaleza humana, lo que se quiere decir es que el hombre, como ser caído, es un depravado congénito; que desde el tiempo de Adam y debido al pecado de Adam, todos los hombres nacen con una tendencia moral hacia el pecado, lo cual hace que sea una certeza moral, que sea inevitable moralmente, que cuando los hombres toman sus decisiones morales, ellos, necesariamente, cometerán pecado. [...] (Cf. Sal.51:5; Jr.17:9; Ef.2:3, etc.) [...] ¿Es el hombre totalmente depravado? Eso depende completamente de la definición que demos a la depravación total. Si por deprvación total se entiende que el hombre es tan corrupto como es capaz de serlo, entonces, con toda seguridad que esta doctrina no puede ser cierta. Pero en el sentido de que el hombre es totalmente necesitado, debido a su herencia natural, fuera de las provisiones de la gracia salvadora de Dios, la doctrina sí es cierta. Podemos resumir el asunto diciendo que el hombre es totalmente en el sentido siguiente:
a) En el sentido de que toda la naturaleza del hombre, cada elemento y facultad de su ser, se ha debilitado y deprvado por el pecado. El cuerpo, el alma y el espíritu han pasado bajo su poder. La mente del hombre se ha nublado, su corazón se ha depravado y su voluntad se ha pervertido por el pecado.
b)Significa también que el hombre es totalmente inútil para libertarse del poder del pecado. Aquí está el meollo del asunto. La verdad que por el término depravación total se representa es la total inutilidad del hombre para salvarse así mismo, su miseria completa en las garras del pecado.
c) Sin el auxilio divino divino el hombre va de mal en peor. La depravación total no es tanta que el hombre sea tan malo como pueda serlo, sino que sin el poder rendentor de la gracia de Dios se hundirá más y más en el pecado. (Scarborough, L. R. Militant Kingdo, págs. 47-48).
Gran parte de la disputa acerca del término depravación total ha estado fuera del punto por la razón de que se ha basado en la preconcepción de que la cosa que hace al pecado ser mortal es la extensión hasta donde el pecado afecta al hombre. Se consideró al pecado como algo ruinoso siempre que fuera lo suficientemente grande. Pero no es la magnitud del pecado lo que lo hace mortífero, sino la naturaleza del pecado. El Pecado mata porque es pecado y no porque sea grande. La misma naturaleza del pecado es tal que destronaría a Dios e introduciría una anaquía moral y espiritual en el universo de Dios. Está en directa oposición a la naturaleza santa de Dios. Por lo tanto, nigún pecado puede tolerarse en el hombre. La naturaleza del pecado es tal, que envenena la naturaleza moral del hombre y arruina su vida espiritual. El pecado separa al hombre de Dios" ( w. t. Conner, "DOCTRINA CRSITIANA" págs. 166-168, C. P. A. El Paso, Texas, EE. UU.)




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