"Dedicado a las moscas del MayarÃn".
UNA MAÑANA DE PEGAGOSO agosto cuando me disponÃa a beberme un vaso de agua, ¡carajo qué asco!, cayó una mosca dentro del vaso, e inmediatamente oà una voz que pedÃa auxilio: «Por favor, por favor, sacadme de aquà que me ahogo». Yo me quedé tan sorprendido por aquella clara y diminuta voz que puse cara de reloj despertador, miré incrédulo a mi alrededor buscando la procedencia de la débil y chillona voz. Aquella voz venÃa del (...)
Me voy, me voy, me voy, pero me quedo,
pero me voy, desierto y sin arena:
adiós, amor, adiós hasta la muerte.
(2º terceto del soneto 19 de "El rayo que no cesa")
Miguel Hernández.