Aquella tarde, fue a visitar a su madre en una casita humilde de paredes grises y techo de lata, en la parte más alta del cerro, desde dónde se podÃa divisar toda la ciudad y el valle del Sula. Iba vestido elegantemente con pantalón oscuro, zapatos de cuero y camisa negra de algodón tan fino que parecÃa transparente. Andaba con mucho cuidado por los caminos empinados convertidos casi siempre en lodazales por las repetidas lluvias. No querÃa resbalar y manchar su mejor ropa. Era (...)