Después de tanto dolor
hay que subirse a la cuerda,
posar firme los pies,
aferrándolos como si fueran garfios.
Con la mirada altiva, sin temblores.
Con los brazos en cruz,
soñando el vuelo.
Yo no elegÃ.
Yo no quise
y me pintaron la mueca de la lágrima.
Y como si fuera poco,
bajar,
salir a la calle,
buscar el sol,
mientras se rÃe en los labios
un payaso.
La gente mira
y aplaude.
No saben
que dentro de la carpa,
en la otra inmensidad
ha muerto (...)