El galgo -esculpido en bronce-, se erguÃa sobre los techos altos del castillo. Una muestra de poderÃo que imponÃa limites y marcaba territorios. Sólo algunos habitantes podÃan traducir la sensación, puesto que para todos era único en su especie. Sus propietarios los Ibañez Calderón, gente de alcurnia, irreprochable linaje y misteriosas leyendas, habÃan cruzado, obsesivos, buscando la experiencia tonal con otros, hasta lograr una raza capaz de provocar curiosidad y espanto. (...)
Me ha gustado mucho tu relato y me gustarÃa "ficharte" para mi periódico literario ETCÉTERA, que hago en España, concretamente en la ciudad de Zaragoza. Es de pequeña tirada, de esmerada presentación, ya va por el nº 50 con trece años de existencia, impreso en papel satinado. La colaboración tiene que ser desinteresada en lo económico. Ya me dirás si te interesa publicar con un texto como éste y me inforemas también de tu currÃculum y dirección postal.
Un saludo cordial
Antonio Nadal