Qué dÃa más negro. Los dÃas negros deberÃan venir precedidos de algo. Fuegos artificiales. Sirenas. Señales en el cielo. Trompetas apocalÃpticas. Pero nada. Surgen de la tranquilidad más absoluta y se te instalan delante de las narices. "Hola, soy tu dÃa negro. Que sepas que hoy nadie te querrá. Todos te mirarán de una forma extraña. El coche no responderá en tus manos. La chica del café te dará una respuesta amarga. El hombre que pasa a tu lado te mirará torvamente. Te (...)