Un dÃa llegó su marido a casa más apesadumbrado de lo habitual. Le habÃa telefoneado el director del Banco al que pidió un crédito hipotecario para comprarse una vivienda y le comunicó que eran imprescindibles dos avales para la concesión. El Consejo de Administración no juzgaba suficiente su trabajo bien remunerado y de carácter fijo. "No conozco a nadie con suficiente confianza para pedirle ese favor. Tendremos que seguir aquà por mucho tiempo, en este lugar asfixiante". Ella (...)