No eran más que ocho amigos, a los que terminaron por unÃrseles otros tres, los que el 3 de agosto de 1713 decidieron que no tenÃa sentido esperar más, que habÃa que ponerse a redactar ya un diccionario de la lengua española. Lo habÃan discutido una y otra vez en sus tertulias, que tenÃan el mismo afán que tienen todas las que se convocan desde que el mundo existe. Es decir, arreglarlo. O más exactamente, hablar de arreglar el mundo. Pero esta vez se pusieron a la labor y, 26 (...)