Temblemos ante los voceros del patriotismo.
Si fuésemos capaces de comprender algo tan simple en apariencia como que, en primer lugar y sobre todo, somos hombres, antes que españoles o catalanes, negros o blancos, varones o hembras, ricos o pobres, cristianos o musulmanes, mirarÃamos estas diferencias con la misma simpatÃa y alegrÃa con la que cuando entramos a un baile de disfraces y con sorpresa descubrimos a nuestros amigos bajo un nuevo aspecto. E inmediatamente nos disponemos a pasar con ellos el mejor de los ratos, con el gozo de vernos diferentes, pero sintiendo que somos amigos, y que juntos disfrutaremos de esa fiesta de la variedad y el colorido, y lo comentaremos con alegrÃa, entre risas y brindis, porque esas diferencias tan sólo son de eso, de hábito.
Bendito sea el mismo sol de otras tierras /
Que hace hermanos mÃos a todos los hombres /
Porque todos los hombres, un momento en el dÃa, lo miran como yo, /
Y en ese puro momento /
Todo limpio y sensible /
Regresan imperfectamente /
Y con un suspiro que apenas sienten /
Al Hombre verdadero y primitivo /
Que veÃa al Sol nacer y aún no lo adoraba. /
Porque eso es natural, más natural /
Que adorar al sol y después a Dios /
Y después a todo lo demás que no existe.
Alberto Caeiro (O guardador de rebanhos. XXXVIII)
Un saludo. José Luis Pérez