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A propósito del artículo/texto:

Para que se abran las anchas alamedas

El Viernes 13 septiembre 2013 por Nazareno Saudade

1. No le reconocí la voz ni el nombre. Me dijo que me había visto en 1971, en el café Sportman de Montevideo, cuando ella estaba por viajar a Chile. Yo le había dado unas líneas de presentación para Salvador Allende. “¿Te acordás?” -Ahora quiero verte. Tengo que verte sin falta -dijo. Y dijo que me traía un mensaje de él. Colgué el teléfono Me quedé mirando la puerta cerrada. Hacía seis meses que Allende había caído acribillado a balazos. No pude seguir (...)




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