En el artÃculo anterior se exponÃa la voracidad con que el lenguaje futbolÃstico amplÃa su repertorio fagocitando palabras relacionadas con el hogar. Su apetito es tal que, más allá de la cocina, el fútbol se alimenta también de cuantos objetos encuentra en el recibidor, el salón o el dormitorio.
En efecto, nada más llegar al recibidor, lo ideal es ponerse cómodo quitándose el sombrero, gesto técnico con el que un jugador hace que el balón pase por encima del rival. Cómo (...)