Llevaba Alba, una buena amiga mÃa del grupo de quimioterapia, un par de semanas muy enferma. Su (inicialmente) cáncer de pecho se le habÃa extendido por los huesos y la metástasis habÃa empezado a afectarle al cerebro. Se nos iba apagando, como una cerilla. Cada dÃa un poco más y de una forma un poco más agónica. Ella y yo, éramos grandes amigos. CongenÃabamos. Ganas de vivir, positividad, energÃas superlativas, tétrico sentido del humor... Puedo decir que de todos los que (...)