Nos encontramos tan tranquilos mi mujer y yo mientras cenamos y vemos una pelÃcula en la pantalla del televisor, las ventanas del comedor abiertas para que entre un poco del frescor de la noche en esta primavera cálida, cuando sobre las once y media de la noche suena el timbre de la puerta con impaciencia. Mi mujer y yo nos miramos interrogativamente. No son horas de visita. Detengo la emisión de la pelÃcula y recorro el pasillo. Abro la puerta con cierta precaución. Es la vecina del (...)