Las canciones infantiles que cantábamos en la niñez tenÃan el valor y el encanto de las tradiciones que llegaban, de boca en boca, de una generación a la otra. Las aprendÃamos de nuestras madres, abuelas y maestras y las repetÃamos, una y otra vez, sin pensar en el origen o en la antigüedad de lo que cantábamos. AsÃ, habÃa una que rezaba: «¡Muy buen dÃa, su señorÃa!, mantantirulirulá…!». La memoria las atesoraba y transmitÃa, sin pensar, como en este caso, que (...)