En aquellos saraos, que no tenÃan patrocinador y, por lo tanto, tampoco photocall, era costumbre servir, transcurrido un tiempo prudencial desde la cena, que se hacÃa bastante más temprano que ahora, una serie de bocaditos, más que nada como entretenimiento. Los más elegantes eran los que combinaban lo dulce con lo salado: unos bollos de leche, o suizos, en miniatura, partidos a lo largo en dos mitades entre las que se ponÃa algo salado.
Esos minibocadillos se servÃan en torno a (...)