Suena raro escribir ahora leyendo el último post, en el que yo era una angustia con patas, disfrazado de seguridad. Salió bien. Saltó la suerte, y no hubo nada que lamentar. Karlos logró volver sano y salvo de sus movidas laborales, y regresó el sábado por la tarde. Más salvo que sano, porque llegó magullado, deshidratado y con algunos ligamentos un poco pallá. Pero regresó. Es lo importante. Para lo demás está la ducha, el tensoplast, el zumo de naranja y el sueño reparador. (...)