Escuchaba suaves melodÃas de lluvia en un solo de piano; era una pena quieta que ahogaba su palpitar. Ella se creÃa dormida , pero estaba despierta, salió al jardÃn. Todo dormitaba alrededor, menos el viento en primavera. La acompañaba un grillo cantor, tan solitario como ella. Observaba a las sombras que se desprendÃan como racimos de los muros. Miraba brillar unos ojos sobre sus ojos, con dulce solemnidad. Ya embriagada de tanta luna, se sentÃa purificada. HabÃa tanta soledad y (...)