PodrÃa haber sido un buen ferroviario, mecánico o chofer, pero a alguien llamado Julio Pérez se le ocurrió poner una guitarra en mis manos y enseñarme a usarla. Después vinieron las letras y melodÃas donde descargaba las imágenes de aquellos oficios, al principio en una forma algo cursi hasta llegar a hacer esta modesta pero sincera canción que hago hoy. Y en las canciones que se hacen hoy en Cuba, Damián Hernández trova arriesgándose, jugándose a una autenticidad que lo (...)