Se acerca el momento de irnos de viaje y nos ponemos todo nerviosos. Y hacemos listas, y recuentos, y planes. Y organizaciones de maletas y viajeros que luego se quedan en nada, porque aquello es como un tetris y seguimos siendo demasiados trastos para un solo coche. Él, la chinchilla y yo, delante. Dos niños y un perro, detrás. Los otros dos perros, detrás de detrás. Las maletas, detrás de detrás de detrás. Y arriba en el arcón, las hamacas, los patines, la playstation y el (...)