Karlos me perdonó y ya me habla. Con cierto posillo de "la próxima vez te cuelgo del palo mayor", pero me habla. Y me llama Ari. Que me llame Ari es superimportante, porque cuando realmente tiene ganas de escabecharme a fuego lento, me llama Ariel. "Ariel, mañana repintas la pared y quitas eso." "Ariel, quita los superhéroes de la encimera de la cocina." "Ariel, no metas al perro en la bañera." Por el contrario todo su cariño está lleno de Aris. "¿Qué te parece si nos escapamos (...)