Cuando la revista Time se mofó de cómo Mariano Rajoy esquivaba la palabra rescate hace dos años, quizás estaba minusvalorando al presidente del Gobierno como uno de los mayores expertos en el fino arte del lenguaje polÃtico. No el único, eso sÃ. De la misma forma de la que la historia recompensa a los grandes oradores elocuentes –Lincoln, Churchill, Azaña, Roosevelt– con un hueco en la inmortalidad, últimamente a la literatura le ha dado por centrarse en los que hacen (...)