Con esta proverbial sentencia condenatoria de la ortografÃa castellana, se despachaba el Nobel del Literatura en el I Congreso Internacional de la Lengua Española, con sede en la ciudad mexicana de Zacatecas. Ante una concurrida audiencia de hispanistas y egregios de nuestro idioma, el carismático colombiano se lanzaba a una empresa de dimensiones inimaginables; la erradicación de las rigideces ortográficas que gobiernan la gramática de la Lengua Castellana.
Ante lo estrambótico (...)