Cada Año Nuevo sucede igual: pese al bullicio de los festejos navideños, en medio de todas sus celebraciones, ya sea antes de un brindis o tras deshacer el abrazo a un ser querido y reencontrado, el hombre halla un espacio para el silencio; como si un cartel de «Cerrado por vacaciones» colgase de sus labios, se recoge mudamente para tomar conciencia de sà mismo, respira hondo, hace balance del año.
Existen, como indicaba George Ainslie, lÃneas brillantes del tiempo, normas (...)