Mi abuelo que era un viejo trejo, que no se andaba con medias tintas, decía cuando veía que a determinada persona se le subían los humos y ensoberbecía al asumir un cargo público sin merecerlo ni estar preparado: “Es que la caca cuando le da el sol se hincha”. Esa frase apodíctica y rotunda, que podría de repente ser juzgada como vulgar, procedente de las canteras sabias del pueblo, encierra una gran verdad. Ciertos individuos que no ganaron jamás una batalla, que han vivido en (...)